ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Agosto de 2013

La reelección

 

El presidente Santos tiene el corazón dispuesto a la reelección en 2014, y aunque hace bien en no decirlo a los cuatro vientos, se nota su inclinación por esa eventualidad política. ¿Y es noticia decir hoy que el primer mandatario de los colombianos aspiraría a repetir 4 años de administración? Claro que no. Lo que vale preguntar es si el país de hoy requiere o no continuidad de lo que tenemos. Lo que importa es el destino nacional, no los nombres. Lo que vale es la democracia, sus instituciones, la prosperidad, la equidad, las locomotoras del crecimiento y el empleo, la salud, la educación, la vivienda digna y por supuesto, la resolución del conflicto armado. Y si el actual Jefe de Estado puede brindarle eso a la Nación, pues bienvenida su reelección. Inclino la balanza en favor del triunfo del presidente Santos en el evento de que éste participe de la contienda electoral el próximo año.

Sin pasiones ni colores, sin descartar a ningún aspirante, temo que les va a quedar complicado evitar la reelección del presidente Santos, aunque es claro que esta posibilidad se va a cruzar irremediablemente con el tema de la paz. Lo que no puede ser y luce descabellado es que haya sectores a la expectativa de un posible fracaso de los diálogos con las Farc. Pensarían esas corrientes que si falla ese intento, se le complica el horizonte político al Presidente.

 

Lo mismo de grave sería esperar que ganen y logren dividendos los promotores del paro agrario nacional. Si los desadaptados sociales que intentan bloquear el país y agredir a la población, ganan y sacan provecho, estaríamos frente a un Estado débil y timorato. Y eso sería otro obstáculo en la reelección del Presidente que aprovecharían sus contradictores.

 

Al proceso de paz en La Habana le puede ir bien, o le pude ir mal. Y la próxima campaña electoral va a tener mucho de esto para fortuna o no del primer mandatario. Lo que el país no resiste es una estrategia de campaña politizada por la paz. Lo que la Nación urge es un debate inteligente y sereno con propuestas para fortalecer los frentes que marchan bien, corregir y mejorar donde haya lugar. Seguramente tendremos un debate de ideas y propuestas matizadas por el rumbo y la suerte de diálogos con la guerrilla. Pero hay que mirar más allá y capotear la situación: desempleo, seguridad, corrupción, confianza inversionista, reglas de juego estables para invertir, impuestos y garantías jurídicas, infraestructura, relaciones con Venezuela, soberanía, acceso a salud, educación y techo.