ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Enero de 2014

Incomparables

 “Santos no necesita odiosas comparaciones para tomar  pulso de su Gobierno”

No conviene que el Gobierno caiga en la trampa de la provocación. Las comparaciones son odiosas y aún más cuando se trata de medir logros entre gobernantes con un tono revanchista.

El presidente Santos está cumpliendo bien su tarea. La economía arrancó bien 2014 y persiste el buen clima inversionista.

Más gente se suma a la actividad laboral, el costo de vida está controlado, el crédito no está caro y hay interés de nuevos y potenciales inversionistas en llegar a Colombia.

Las relaciones exteriores pasan por buen suceso, al menos no hay escaramuzas, aunque muy pendientes del caso Nicaragua.

El tren de la locomotora no para y a la fría luz de las cifras, la prosperidad social es objetiva. Los diálogos de paz con las Farc ganan crédito.

El jefe del Estado no necesita odiosas comparaciones con antecesores suyos para tomarle el pulso a su obra de Gobierno y perfilar mejor su intención reeleccionista.

No es sano estarnos comparando. Siempre habrá mejores y peores. Nada es ajeno a mejorar. Ninguna tarea fue mejor que la que se va a emprender.

No hay balance mejor que el que está pendiente de entregarse. Nadie es mejor por autoproclamarse tal cual, tampoco peor. En definitiva, son odiosas las comparaciones.

El tinte político de quien le ‘saca la piedra’ al presidente Santos es evidente, y es lo suyo. Anda en campaña y no va a cambiar su estilo ni ahora ni cuando llegue al Senado. El ex presidente Uribe es corajudo, categórico, a veces bravo y directo. Es su manera de sentir el país y es respetable.

¿Cuándo ha sido Uribe de bajo perfil? Nunca. El ex mandatario no es nada medido ni austero cuando de asumir posiciones se trata. Y lo hace con vehemencia, autoridad, acierto, pasiones y mucho conocimiento e información. Y sus millones de seguidores lo aplauden y aclaman así.

En la otra orilla está el presidente Santos, diplomático, menos eufórico, prudente, casi conservador, tolerante y hasta amistoso. Y es su papel, pues está en el poder.

No contribuye con la marcha institucional, la concertación, el consenso y las buenas prácticas públicas, que un Gobierno se deje ‘carear’ por un ex presidente o contradictor.

Claro que hay que mostrar los avances, al igual que pendientes y urgencias nacionales, pero a la gente. Mostrar sí, comparar no. Eso transmite incertidumbre y causa distanciamiento entre los ciudadanos.

Quien está atrincherado en la resistencia de la discordia política lanza dardos y tiene como hacerlo. Quien está al frente del destino nacional se debe a su gente y debe presentar resultados, socializar su gestión, sin necesidad de compararse con quien lo intenta desdibujar.

Dos inteligencias que debe ser puestas mejor al servicio de un país que urge abandonar conflictos, diferencias, a cambio de perdonar y reconciliar.