ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Febrero de 2014

Malos tratos

 

“Todos por el empleo digno, dignidad y buen trato laboral”.

 

Una práctica aberrante, insultante y vergonzante, además de frecuente, tiene que ver en Colombia con la explotación y humillación laboral.

Candidatos presidenciales y a corporaciones públicas deberían por estos tiempos enfilar baterías desde sus campañas contra este abuso de poder y dominación humana.

Un país que está cerca de alcanzar el tercer lugar como la economía más próspera de América Latina no puede incurrir en tan grave bajeza social.

Cientos de miles de empresas hoy deberían estar bajo lupa del Ministerio de la Protección Social, e incluso de organismos de control y de justicia por atropellos que ejercen contra dignidad de mujeres y hombres a la par.

En tanto que el Presidente Santos hace su tarea para mantener en menos de un dígito tasa de desempleo, muchos patronos pescan en rio revuelto y se pasan por la faja normas laborales y de respeto a dignidad humana.

Desde negocios nocturnos como bares y restaurantes, pequeñas y medianas empresas de consultoría y producción, firmas de construcción, de alimentos, de tecnología, hasta grandes compañías reconocidas unas, otras no, explotan sus trabajadores, los maltratan, acosan y pagan salarios ruines.

El Gobierno debería conformar una comisión de seguimiento a contratos laborales en empresas públicas y privadas. Y quedaría pasmado con lo que se encontraría. Por eso la inequidad.

Un mosaico de irregularidades que van desde insulto y maltrato verbal, incumplimiento de los derechos laborales, exposición a altos riesgos en fábrica o en oficina, negación a horarios flexibles para que el empleado pueda trabajar, y el pago de jornales bajos con la salida grosera de lo toma o lo deja.

Jóvenes estudiantes que reciben incluso menos del básico por jornadas de 12 y 14 horas diarias en reconocidos bares y restaurantes, muchos de los cuales solo reciben pagos en efectico para burlar el fisco con el traslado del IVA.

Posicionadas empresas que facturan grande y tratan como ‘peones’ a sus servidores, restándoles posibilidades sociales, culturales y de buen ambiente.

Es un drama trabajar bajo presión. Es absurdo recibir gritos, insultos, acoso y humillaciones de parte de irrespetuosos y arrogantes patronos o dueños de negocio.

Nada peor que ir con miedo al trabajo. Y nada más bajo que tener miedo de quedarse sin ese feo trabajo.

Muchos colombianos toleran agresiones contra su dignidad por temor a quedarse desempleado. Y los holgazanes jefes lo disfrutan.

Tiendas de café que en centros comerciales explotan muchachos obligándolos a hacer de todo. Reciben y manipulan dinero, preparan, sirven café y asean el local. En su mayoría estudiantes universitarios o profesionales que en el mejor caso ganan el básico.

Graduados que invirtieron entre 60 y 100 millones de pesos en sus carreras y hoy reciben ingresos de hambre.

Todos por el empleo digno, dignidad y buen trato laboral.