Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Junio de 2016

MIRADOR

Mal momento

 

NO es buen momento para encarecer el costo del dinero en Colombia.

 

Cuando un país afronta dificultades económicas, caída de inversión, floja demanda interna, menores ventas y facturación. Aumentar los intereses no luce bien. No gusta a nadie.

 

Si una economía experimenta problemas por el clima, tasa de cambio, caída de los precios del petróleo, reducción de exportaciones y fragilidad fiscal, aumentar intereses no ayuda.

Al contrario, dificulta las cosas en la medida que las gentes van menos de compra y se endeudan poco.

 

Mayores tasas de interés suponen un menor ritmo del consumo de los hogares.

Consumidores se ven precisados a medir sus gastos, compras e inversiones.

 

Familias optan por pagar con efectivo, no con dinero plástico, vacían alcancías o recurren a colchones para disponer del ahorro en vista de lo costoso del crédito.

 

Se ven a ‘gatas’ para honrar una obligación financiera, pagarle a un proveedor o ponerse al día en la tienda.

 

Cuando los costos del dinero son moderados o bajos, consumidores se benefician. Tienen más confianza para endeudarse, pues pueden atender obligaciones sin entrar en mora  o insolvencia.

 

Si intereses son blandos las gentes se animan a endeudarse para adquirir carro o vivienda, viajar, remodelar, modernizar, ampliar o crear empresa.

 

Al contrario, cuando las tasas suben, se vuelve caro el crédito bancario, las personas se vuelven prudentes a la hora de pensar en un nuevo préstamo. Y menos lo van a buscar en la calle donde ronda la usura, el abuso de los que ganan con el ‘gota a gota’.

 

Encarecimiento del dinero equivale a disminución del gasto y del consumo.

 

Al resentirse el consumo comienzan a crecer los inventarios.

 

Cuando aumentan las tasas de intervención se da un alza también, posterior, en los costos del crédito. Se encarece el hipotecario, el de consumo, el comercial y el de libre inversión.

Colombia ha tenido en los dos últimos años tasas de interés atractivas para los créditos, pero esa situación cambia por incremento en las tasas de intervención del Banco de la República, hoy en 7,25%. Y la inflación no cede.

 

Encarecer el crédito no ayuda. Los banqueros se benefician, pierden los usuarios. Se fortalecen ganancias bancarias, se inflan costos para deudores, y siguen caras comisiones y retenciones.

 

Bajar la inflación, sí, pero no a costa de quienes necesitan crédito. Se acentúa la inequidad. Se causa estrés en los hogares. Subir intereses no conviene a nadie. Todos pierden.

Suben intereses, se acentúa desbancarización.