ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Septiembre de 2011

Afán por el TLC


“El ambiente político nunca ha logrado consenso en Washington”  


NO es seguro que el Congreso de EE.UU. ratifique la aprobación del Tratado de Libre Comercio, TLC, con Colombia. Intereses políticos, diferencias entre republicanos y demócratas, la presión de los sindicatos y parte de los productores nacionales, dificultan ese propósito.


Si pasa, que no es del todo improbable, gracias a la venia del presidente Obama, no será porque la clase política gringa nos quiere mucho, sino más bien por que será lo que a ellos políticamente más les convenga en términos de electorado.


Si hay TLC este año, gana Colombia exportadora; si no hay, pierden productores, exportadores, importadores, inversionistas y consumidores finales de ambos países. El daño es colateral si no prospera su paso por el Congreso, pero no significa que sea la panacea para unos y otros.
Es sencillo: si otros ya entraron al baile del TLC con EE.UU., por qué no abrirle paso a Colombia. Entrar es ganar, no ingresar significa ir a tocar otras puertas donde nos compren más y compitamos con ventajas comparativas.


Sin TLC vamos a crecer este año exportaciones e inversión extranjera, sin el tratado, también lo tendremos que hacer. No en vano, el presidente Santos y el sector privado están mirando mercados como el asiático donde hay potenciales posibilidades de posicionar productos tradicionales y menores. En Japón, por ejemplo, nos esperan buenos tiempos, según las proyecciones de intercambio comercial que maneja la embajadora de Bogotá en Tokio, Patricia Cárdenas.
El ambiente político nunca ha logrado consenso alrededor del TLC en Washington. No ha habido un manejo sincero, al tiempo que en la Casa Blanca se han cumplido los tiempos para su trámite legislativo.


Siempre hay dos excusas que enredan su curso: campañas políticas o vacancia de los legisladores norteamericanos, cuando no es el pedido de volver a revisar puntos del texto previamente acordados entre los dos equipos negociadores. La pita se enreda en conjeturas políticas y conveniencias comerciales hasta lograr que se rompa en el punto más débil para el tratado: el interés de Colombia.


El proceso de negociación inició con pie izquierdo en el terreno de los estadounidenses. Ellos comenzaron a distraer la atención con observaciones sobre los puntos cardinales del TLC, tratando de dilatar y restándole ritmo a las mesas consultivas de ambos países.


Este mes debería quedar resuelto el asunto. Colombia tiene afán por el TLC y el grueso de sectores productivos dice estar a tono para iniciar esa aventura. Sin embargo, del afán sólo quedan el cansancio y el vacío de transformaciones sin resolver en infraestructura, vitales para darle paso a esa locomotora comercial que nos acerque a EE.UU.. No parecemos listos para ir a tamaña fiesta donde se baila al compás de las grandes ligas.