Signos vitales
Dicen cifras y encuestas de opinión que nuestra economía crece, pero a un menor ritmo que el año pasado.
Las informaciones dan cuenta de que el consumo perdió fuerza y que el uso del dinero plástico se viene desinflando.
Las entidades financieras del país reportan crecimiento menos dinámico en colocación de nuevos créditos comerciales y de libre inversión.
La gran industria comenzó a ver factores negativos en sus principales indicadores; el comercio recurre a estrategias de mercadeo y promoción para atraer clientes.
En conclusión, a la economía le sigue yendo bien, pero no tanto como le fue en 2011.
Frente a lo anterior, la experiencia sugiere mantener la calma, al mismo tiempo que las alertas para no dejar que de la reactivación pasemos al deterioro económico.
Los signos vitales de la economía colombiana no están enfermos. Lo que hay es una menor fiebre por el consumo en hogares y en consecuencia, menores ventas, pedidos y rotación de inventarios en los negocios.
La confianza inversionista del país sigue intacta, pese a los tambores que suenan desde la crisis financiera de la zona euro.
Las locomotoras de la prosperidad si bien no han tomado el impulso necesario en su marcha hacia la estación de la equidad y el empleo, tampoco se han detenido por falta de combustible.
No es prudente comenzar a lanzar mensajes de pesimismo y desconfianza a la opinión pública. Hay que considerar que la crisis financiera global, que golpeó hasta la recesión a varios países europeos, impactó todas las economías emergentes y Colombia no es la excepción.
La fuerza del colapso de los mercados monetarios en la zona euro con sobre-endeudamiento, desinversiones, desempleo y desestabilización institucional, sí tocó a América Latina.
Colombia, con una economía estable y un sistema financiero sólido como señala editorial de El Nuevo Siglo del jueves pasado, asimiló la turbulencia internacional. Ello no implica que no haya habido daños.
Como va hoy la economía mundial, sumida en antídotos, cirugías, cuidados intensivos y recortes en gastos e inversiones de ricos y pobres en Europa, es plausible el desempeño de los negocios en Colombia y la capacidad con que el ejecutivo ha sabido amortiguar el daño.
Mientras naciones vecinas han sufrido duros reveses por culpa del torbellino internacional, Colombia ha mantenido la calma, sin dejar de actuar.
El presidente Santos ha dado condiciones para que la inversión llegue al país. Ha respetado las garantías jurídicas y promovido beneficios a los más pobres en materia de vivienda, salud, educación y agua potable.
El clima de negocios luce hoy algunos nubarrones, pero no es la horrible noche.