“Ni la Iglesia exige a feligreses juren conocimiento de Biblia”
La tontería no tiene límites. Una parlamentaria ha radicado el proyecto de ley por el cual “antes de la expedición de la cédula de ciudadanía, el interesado deberá suscribir un formulario de solicitud gratuito en el cual se declara que conoce la Constitución y que se aceptan libremente sus preceptos”. Propone un “Yo juro, asumiré las consecuencias de su incumplimiento, entiendo que en la democracia las decisiones se adoptan por mayoría y respetaré los derechos de los demás”. El juramento se pronunciaría de forma solemne en ceremonia especial o colectiva. ¿Qué tal condicionar la expedición de la cédula a pasar un examen, obstaculizar su entrega, limitar la nacionalidad, impulsar declaraciones falsas, ordenar requisitos no señalados en la Carta para ser colombiano?
El proyecto carece de sentido, es inconstitucional. Que un juez, funcionarios públicos y abogados juren con su cédula de ciudadanía en mano que conocen la Constitución se entiende, pero que las nuevas generaciones no la reciban sin el trámite de condicionamientos insensatos es una idea torpe, antidemocrática. Ni la Iglesia Católica exige a los feligreses que juren el conocimiento de la Biblia, ni en los regímenes dictatoriales se establecen normas de tal naturaleza. Hasta los guerrilleros de las Farc ingresaron a la Justicia Especial para la Paz (JEP) sin jurar que conocen la Constitución.
Discutir este esquema es pérdida de tiempo. El inefable doctor Goyeneche, hace décadas, propuso la pavimentación del río Magdalena y colocarle marquesina a Bogotá. Sus iniciativas sirvieron para comentarios graciosos. El Congreso jamás las debatió, quedaron como anécdota y así ocurrirá con la de ordenar un juramento previo para recibir la cédula de ciudadanía.
Cuando los extranjeros solicitan la nacionalización responden preguntas acerca de la Constitución establecidas por la ley, sin ningún juramento. A los ciudadanos les falta profundizar sobre la Carta, es importante impartir educación al respecto a nivel primario, secundario y universitario, pero todos nuestros compatriotas, nacidos dentro del territorio nacional y los hijos de padres colombianos, cumplida la edad fijada, tienen el derecho de tramitar la expedición de la cédula de ciudadanía y de recibirla.
La libertad de expresión, el acceso al trabajo, el libre desarrollo de la personalidad, el ejercicio de derechos políticos y civiles no admiten discusión, tampoco es factible ponerlos en duda. Existe legislación y con los problemas presentes de seguridad, desempleo y de emigración venezolana -mientras solidariamente otorgamos documentos de identificación a los vecinos refugiados- carece de lógica respaldar peticiones que corresponde desechar.
El proyecto de ley es equivocada manera de llamar la atención, está fuera de lugar. Al enterarme de la curiosa noticia recordé lo dicho por Albert Einstein: “Hay dos cosas infinitas: El Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”.