El grupo Wagner, conocido por la sonada muerte de su líder Yevguene Prigozhin, se ha definido como un grupo paramilitar ruso y su desaparecido jefe era amigo personal de Vladimir Putin. El grupo, cuyo nombre se relaciona con Wagner, quien fue el compositor predilecto de Hitler, se convirtió en una herramienta del presidente ruso en su política internacional. Trabajaron especialmente en el África en Siria apoyando a su presidente, Bashar al-Asad.
Comencé a oír de ellos en mi estadía en el África; se rumoraba su presencia en Sudán, Centroáfrica, Mozambique, Malí, Níger y en el norte del continente, Libia. Los Wagner, los ayudaban en defensa y seguridad, asistencia técnica en minería y vivienda y sus pagos eran con títulos mineros u oro.
Este grupo aliado y cobijado Putin ha ayudado a expandir el poder ruso en muchas regiones del mundo, especialmente en el continente africano, en donde éstos y los chinos tienen grandes intereses.
Los Wagner se han presentado ante el mundo como una empresa militar de seguridad, pero en realidad son un grupo paramilitar, constituido por mercenarios y militares. Son ideológicamente de derecha. Su misión es apoyar la política internacional de Putin y este les dio apoyo económico, logístico y armamentista.
Emergen del anonimato, en el 2014, ayudando a montar toda la estrategia rusa de la invasión ucraniana y su rol fue definitivo en ese operativo. Su trabajo en Ucrania empezó con 1.000 efectivos y creció a 50.000. De estos, aparentemente murieron 20.000 en esta invasión. Sus tácticas son violentas, brutales, secuestran, matan torturan y son inflexibles en caso de que alguien deje sus filas. Reclutan presidiarios que ganan mensualmente entre 1.000 y 3.000 euros. Cuando un soldado muere le reconocen una prima de cinco millones de rublos a las familias. Prigozhin estuvo en la cárcel varios años, presumiblemente por negocios ilícitos y era un hombre rico.
Su muerte fue confirmada por el gobierno ruso. Se dice que Putin y su Mindefensa supuestamente decidieron quitarlo del camino. La pelea de Wagner contra el gobierno ruso, el 23 de junio, se debió a la agresión de una entidad del gobierno contra las fuerzas leales. Wagner alegó que se estaban agrediendo a sus soldados y culpó al ministerio de Defensa de los errores cometidos en Ucrania. En ese momento decide rebelarse y marchar a Moscú, tomándose la ciudad de Rostov del Don, que tiene una instalación militar relevante para Rusia. Putin se dirigió a la nación, atacando a los de desleales y traicioneros.
Prigozhin hizo un pacto con el presidente de Bielorrusia y paró su movimiento. El mundo quedó perplejo ya que dada la cercanía del jefe paramilitar con Putin debió, desde el comienzo, trabajar con el Mindefensa, con quien tuvo desencuentros que fueron públicos sobre la guerra rusa-ucrania. Wagner era una celebridad en Rusia y creyó que podía enfrentarse al establecimiento militar. En su escalada en Bajmut, se quejó de falta de recursos y de Putin. La rebelión evidenció su gran popularidad ante el pueblo ruso, lo que puso a Putin en alerta. La imagen de éste descendió ostensiblemente ante la opinión pública y el pueblo vio en Prigozhin una posibilidad creíble que se acrecentó con su posición contra los ricos, a quienes calificó de traidores por no ayudar a Rusia.
Así terminan los mercenarios, tal vez el único que se convirtió en un ídolo y de las leyendas más importante en España, fue el Mio Cid Campeador, Rodrigo Diaz de Vivar, por sus estrategias militares, lo mismo que Uhtred “El Vikingo”. Los dos defendieron a sus reinos.
Colombia, como secuela de la guerra, exporta mercenarios a guerras lejanas y la vergüenza internacional es ilimitada.