Un grupo selecto de economistas convocó el Partido Conservador para uno de los foros realizados con ocasión de su cumpleaños 170. Roberto Junguito, Alberto Carrasquilla, Hugo Palacios Mejía, Mauricio Cárdenas, Santiago Castro, Jaime Alberto Cabal, David Barguil y, como invitado Bruce Mcmaster, Andi, quién hizo una afirmación rotunda: El Conservatismo le brinda seguridad al sector privado, motor del crecimiento del país.
El foro fue una cátedra de economía política, entendida ésta como el análisis de los factores políticos que determinan las decisiones económicas. Junguito señaló el aporte azul al establecimiento del impuesto de renta (Esteban Jaramillo) y a la creación e independencia del Banco de la República (Francisco Ortega). Carrasquilla destacó la reforma tributaria “que ha reactivado el crecimiento” y se mostró preocupado ante la posibilidad que la C.C. la declare inexequible. En el aumento del desempleo se percibió con más dudas que certezas, pero anunció medidas que el presidente Duque concretó en Anif, el miércoles pasado. Cárdenas refirió las dificultades que tuvo que sortear para superar la pérdida de la renta petrolera, así como las normas sobre la Regla Fiscal y el Monotributo. Y concluyó: “con Carrasquilla la economía colombiana está en buenas manos”.
Hugo Palacios recordó los avatares de la administración Betancur ante la crisis de la deuda en América Latina, cuando Colombia lideró el cumplimiento de las obligaciones crediticias. Y puso de presente los planes de gobierno de Ospina y Laureano.
Varios panelistas se refirieron a la brillante gestión de Misael Pastrana, con la Revolución de las Pequeñas Cosas, el crecimiento del ahorro y las facilidades para adquirir vivienda. Los conservadores hacemos el cambio social sin revolución, remató Palacios Mejía. Santiago Castro se pronunció contra el populismo legislativo y Cabal indicó que el consumo de los hogares crece mientras se necesitan normas laborales que se adapten a las nuevas formas de hacer negocio. Barguil pidió a los agentes económicos propiciar el crecimiento con equidad. En fin, se demostró con creces la decisiva participación del P.C. en la solidez macroeconómica del país en la cual se sustenta la estabilidad misma de la Democracia.
En ese y en los otros temas que se debatieron, cambio climático, narcotráfico y seguridad; reforma judicial, hubo derroche de vitalidad conceptual y programática. Esa es la razón de la supervivencia del Conservatismo. Estamos lejos de la enfermedad terminal que nos vaticinan los contradictores. La pluma ácida de Gabriel Silva es la expresión del sectarismo ilustrado que se incrustó en el alma de los radicales desde los tiempos de la Regeneración, cuando dejaron a Núñez como “inerte leño al vaivén de la corriente”, y el sentido de patria del Partido Conservador lo rodeó para construir juntos la impresionante arquitectura de la Constitución de 1886. El Estado Nacional fue su obra, y con el Frente Nacional constituye el punto más elevado de su presencia en la vida nacional. Asi mismo fue su participación en la Constitución de 1991.
Sólo desde la incultura política se puede calificar al Conservatismo de extrema derecha. La cuna del fascismo fue el Socialismo. (Léanse El Cuadrilátero). Tampoco hemos sido campo fértil para los populismos. No hemos tenido un Gaitán sino un Álvaro Gómez. El Uribismo surgió de las toldas rojas no de las azules. Nuestra principal ancla doctrinaria es la dignidad de la persona humana por cuyo ascenso hemos luchado para que la democracia representativa sea eficaz en solucionar los problemas esenciales del hombre contemporáneo. Seguiremos en esa hermosa batalla en la arena política, en el campo de las ideas, tratando de convencer a los colombianos de la bondad de nuestra concepción del mundo.