Terminó una Semana Santa más y a quienes solemos exponernos a la TV y a la radio para tener momentos de recogimiento, nos deja algunas reflexiones, siendo la primera de ellas reconocer cómo cambian las cosas. Anteriormente, durante los días sacros, la radio nos daba tregua de las noticias malas, el vallenato, las rancheras, la carrilera, el merecumbé, la salsa, etc. y sólo se emitía música sacra, clásica o estilizada, tipo Richard Clayderman, ícono francés, y del organista Jaime Llano González, nuestro héroe de Titiribí, con quien pude realizar una de mis primeras entrevistas para “El Diario de la Capuchina”, como llamaban a El Siglo los más confianzudos, por allá en los 70s.
La radio, bien que mal, nos ponía en modo neutro, suave, apto para la reflexión y el punto culminante era el Sermón de las 7 Palabras, que por Caracol transmitía el mejor orador de todos, Monseñor Augusto Trujillo Arango, arzobispo de Tunja, que mi señor padre jamás se perdía al comenzar la siesta del Viernes Santo y que nosotros, sus 14 “apóstoles”, reproducíamos en el dial con singular esmero. Pero cambian las cosas: ahora el “Sermón de las 7 Palabras” está a cargo de Cesar Augusto (no el Emperador) sino Londoño y Juan (no el santo) Felipe Cadavid, y cambió de nombre por el “Pulso del Fútbol” -que no me pierdo, porque es el mejor somnífero- pero que en Viernes Santo “chilla”, se torna en pesadilla y por lo generoso del banquete y lo prolongado de la siesta pareciera adquirir visos de convertirse en uno de los “7 Pecados Capitales”.
La TV de antes de la dictadura nos repasaba los grandes largometrajes sobre la vida, obra, milagros, muerte y resurrección de El Hombre, pero ahora nos meten, en RCN, la “Jaula de las Locas”. Y disfrutábamos Los 10 Mandamientos, Ben- Hur, ambas protagonizadas por el actorazo Charlton Heston; El Mártir del Calvario, película mexicana protagonizada por Enrique Rambal que, sencillamente, “la sacó del estadio”, por su calidad actoral y de libreto; Jesús de Nazareth, del inmortal Franco Zeffirelli, y La Pasión de Cristo, dirigida por Mel Gibson, filme dramático que da cuenta de la crueldad extrema infligida a Jesucristo por sus detractores, entre judíos “disidentes” y romanos.
Antes, por el Canal Telepacífico podíamos ver las grandes procesiones, como la más solemne de todas, la del Santo Sepulcro en Popayán, la noche del día Viernes Santo…. pero vaya sorpresa con la que me topé el viernes último: ese canal estaba transmitiendo la procesión desde El Cerrito, Valle, y al escuchar la transmisión creí identificar la voz de uno de los presentadores, hasta que lo confirmé: era nadie más y nadie menos que el alter ego de Petro, el señor Alexander López, sindicalista venido de la izquierda profunda, quien se acostó bueno y sano y amaneció de “clérigo” comentarista de los Pasos de la Procesión (“el diablo haciendo hostias”, comprendí) y tomé el control para cambiar al nuevo e inédito DNP, quien se suma a las huestes del gobierno para “enredar a vivos y a bobos”, y todos en ascuas.
Post-it. Y pensar que en ese altísimo cargo tuvimos nombres tan ilustres como Edgar Gutiérrez Castro, Diego Calle Restrepo, Miguel Urrutia Montoya, Hernán Beltz Peralta, Cecilia López, María Mercedes Cuéllar, Armando Montenegro, José Antonio Ocampo, Juan Carlos Echeverry, Luis Fernando Mejía, Jorge Iván González… vaya decadencia del coraje: el cambio en su apogeo.