Indudablemente el avance tecnológico del mundo está muy ligado a la necesidad que tienen las potencias mundiales de conseguir, como sea, los minerales que se necesitan para desarrollarlo.
En este campo hay dos potencias, China y Estados Unidos, que han jugado y están jugando por conseguir estos minerales en África, quien posee el 30% de éstos.
China desde hace 30 años viene coqueteando con África y sosteniendo una relación diplomática que va desde costosos regalos a los países hasta alianzas a través de Memorandos de Entendimiento firmados hace una década, cuando emprendió una carrera diplomática con el fin de ganar simpatías y confianza inversionista en estos países. Yo presencié la llegada de los chinos a Kenia, adelantando obras de infraestructura y construcción, empleando solo su gente, quien llegaba en oleadas a adaptarse a este país.
El África Austral y especialmente, el Congo, Zambia, África del Sur y Angola, son quienes tienen los minerales llamados críticos por ser claves en el desarrollo de la tecnología, necesaria para la modernidad. Katanga en el Congo le interesa a Estados Unidos ya que en esta zona del país se encuentra la mayor concentración de cobalto, el 70% del que hay en el mundo. Zambia tiene el 6% de las reservas de cobre del mundo, pero también en esta parte de África hay bauxita, cromo tierra brava, manganeso, platino y una veintena de otros minerales.
Los chinos son los primeros en la extracción de minerales en el África, ya que vienen dominado todo el proceso: extracción, refinado y el procesamiento de recursos minerales.
África Austral es el mayor cinturón en alta concentración de minerales. Es por eso que EE.UU., que está saliendo de su letargo y lamenta el haber abandonado al África, pretende reactivar la línea ferroviaria que sale de Zambia hasta Angola, denominada “El Lobito”, construida en 1908 por los belgas y portugueses. Hoy en parte destruida en el Congo por la guerra que vive desde 1990, proponiendo restaurarla y convertirla en cadena de valor comercial para activar las empresas allí. Además, quiere además aprovechar el hecho que China, desde el 2023 ya no está invirtiendo en megaproyectos, debido a la situación económica, actuando con mayor prudencia, dada su inversión en este continente décadas pasadas de 170.000 millones dólares. Sin embargo, China desea reconstruir, con 1.000 millones de dólares de oferta, la línea ferroviaria El Tasaro, que es contraria al Lobito, y que sale de Zambia hasta el mar Indico y que fue construida por ellos en 1970. Piensa a su vez, en el futuro conectar Tesara con Lugumbachi capital de Katanga, que es rica en cobalto, mineral que necesita para competir en tecnología de punta con EE.UU. y para sus autos electrónicos. Para lograrlo está moviendo sus Memorandos de Entendimiento.
Biden prometió 360 millones de dólares para este proyecto, más 450 millones de inversionistas americanos. Por su parte el Banco Africano para el Desarrollo propuso dar 500 millones de dólares a Angola para financiar su diversificación empresarial y comercial.
La agencia Internacional de Energía calcula que las necesidades en los próximos 20 a 40 años, de níquel y cobalto se van a multiplicar por 20; las de litio por 40 y la de grafito por 25. Así es que estas líneas ferroviarias son vitales para los dos países en cuestión.
África debe actuar con cautela, no quiere perder a los chinos ni tampoco a los americanos, ellos ya no son ingenuos y sacarán la mejor partida, quieren mantener el equilibrio de sus inversiones entre los dos países. La selva, los conflictos territoriales, la violencia especialmente en el Congo, que es un Estado fallido, son difíciles de enfrentar para estas futuras construcciones. Hay que superar muchos problemas de orden territorial y bajo un esquema de una África diferente con muchas expectativas.