No sé a quién se le ocurrió que sacar Dios del camino en la estructuración del orden de un país, era “un paso adelante” hacia el progreso. En 1886, Núñez y Caro, en cambio, reconocieron que Dios era la fuente suprema de toda autoridad para poder afianzar la unidad nacional y establecer el orden. Obviamente, esos “arcaicos” principios ideológicos conservadores había que hacerlos trizas y cambiarlos por ideologías incluyentes y llenas de ese elemento prefijal de origen latino “pluri”. Y, muy seguramente, para los que pensaron así, era suficiente invocar a Dios para poder sobreponer y empoderar al hombre, bajo el eufemismo y mentira de un supuesto poder soberano, representación y falso respeto.
Esta introducción, a raíz de los hechos inaceptables ocurridos en Corinto, Cauca en el que unos criminales escondidos en el disfraz de minorías indígenas intentaron degollar con machete a nuestros soldados por hacer su trabajo, que no es otro que llevar autoridad y orden a cada rincón de Colombia. Nuestros soldados, fueron maltratados, humillados, manoseados en su moral, honra y dignidad. ¿Y, saben por qué? porque las minorías en Colombia, si saben capitalizar un discurso inexistente sobre marginación, discriminación e igualdad, y saben muy bien que tienen el respaldo de la garantista Constitución de 1991 y de sus “hijos”: una camada de jueces y magistrados fruto de esa ideología que ven en cualquier aparente debilidad social un ataque a las minorías y por supuesto una gran oportunidad para sacar todo su arsenal en forma de justicia. Una corrupta maquinaria que engrana minorías, derechos y justicia.
Y, no lo duden, por los hechos de Corinto, alguno de esos hijos emitirá un pronunciamiento ejemplar con contenido social y pluralista, condenando a nuestros soldados por violación de derechos humanos empoderando mucho más a las “minorías”.
Todos somos iguales ante la ley y tenemos los mismos derechos y deberes. No hay mayorías ni minorías. 26 años ya desde 1991 y lo que estamos viviendo son los resultados de un exceso irresponsable de garantías y derechos sin autoridad ni orden. Esto, muchos lo aprovechan escondidos detrás de eufemismos que les permiten violentar la sociedad. ¡Nuestros soldados no se tocan ni con el pétalo de una rosa! ellos representan a todos los que respetamos las instituciones y creemos en la autoridad y el orden. A mis soldados: ¡Fe en la Causa!
@ReyesJuanfelipe