Gustavo Petro se ha caracterizado por ejercer un gobierno amenazante, fingiéndose víctima invita al pueblo a salir a las calles, con la falacia de hacer cumplir la constitución, desconociendo con ignorancia supina la división de poderes establecida por Montesquieu y por nuestra Constitución.
El presidente Petro actúa como un terrateniente, cree que la democracia se puede ejercer dentro de una finca, pues al que se atreva a invadir sus terrenos será castigado con la furia de un pueblo transformado en perros guardianes que, al ver enemigos, los amenaza para intimidarlos.
Petro atropella las instituciones democráticas pasando por encima de los poderes legislativo y judicial, cuando invita a sus fanáticos obedecer sus órdenes, saliendo a las calles mostrando su furia si no aceptan que él es el rey de la selva.
Una cosa es que la Constitución garantice los derechos fundamentales a la libre expresión, a la reunión, a la manifestación colectiva y a la protesta, otra que garantice la violencia en las protestas.
Hoy con ese pretexto se amenaza a la Fiscal encargada, a la Procuradora, a todos quienes se le opongan o investiguen alguno de los múltiples escándalos que lo rodean, como el que se lleva a cabo contra su hijo que no crio.
Así es el gobierno Petro, donde lanza sus perros guardianes al ataque en las marchas, cuando no se ajusten a sus proyectos de cambio político.
La reciente protesta al intentar entrar violentando las rejas protectoras al Palacio de Justicia para exigir la elección inmediata de una fiscal “intimidando” a los magistrados y funcionarios, es un ataque directo a nuestra justicia y democracia, es la demostración clara de sus deseos inquisidores.
Un pueblo puede salir a la calle a protestar exigiendo el cumplimiento de la Constitución, pero pacíficamente.
La elección del fiscal, en un estado social de derecho está consagrada en el art. 249 de la Constitución: “El fiscal general de la nación será elegido por la Corte Suprema de Justicia, de terna enviada por el presidente de la república. Debe reunir las mismas calidades exigidas para ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia”
Aclaramos que la Corte Suprema en cumplimiento de la Constitución, para ser elegido(a) requiere 16 de los 23 votos a su favor. Es común realizar varias sesiones de votación para que puedan ponerse de acuerdo los magistrados, cada uno decidiendo su voto jurídica, objetiva, independiente y a conciencia.
Lo que no se puede exigir a los magistrados es que la elección se realice al estilo de unas costumbres pueblerinas, es decir, con campañas radiales y televisivas, piñatas, papayeras, reinas, aguardiente.
El debate sobre la elección de la nueva fiscal general debe realizarse sin ninguna presión y menos ejercida por marchas violentas de un pueblo exaltado por pasiones sectarias, ondeando banderas del M-19.
La democracia tiene sus fundamentos institucionales que deben ser respetados, no solamente por todos los ciudadanos, sino por quienes ostentan los más altos cargos y responsabilidades del sistema.