POR P. OCTAVIO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Abril de 2012

El compromiso cristiano

LOS hechos de los apóstoles (1L, Hch 4,32-35) nos narran el ambiente de la primera comunidad cristiana. Una comunidad donde había comunión de pensamientos y sentimientos; una comunidad donde había una íntima preferencia por el prójimo y, sobre todo, una comunidad que daba testimonio de la Resurrección del Señor.

La primera lectura de San Juan escrita hacia el final del primer siglo, cuando ya la comunidad cristiana había atravesado por diversas y dolorosas pruebas, hace presente que “quien ha nacido de Dios”, es decir, el que tiene fe, ha vencido al mundo. Para vencer al mundo hay que creer en el Hijo de Dios (2L, 1 Jn 5, 1-6). El evangelio (Jn 20, 19-31) nos expone la fe todavía incrédula de Tomás y su paso a una confesión magnífica de la divinidad del Señor. Pensamos que la “fe en Jesús resucitado” puede ser aquello que hoy unifica las lecturas y nos ofrece unidad en nuestra meditación.

Este domingo nos invita, pues, a renovar “nuestra fe que vence al mundo”. Una fe que es sobre todo creer en Jesucristo, hijo de Dios que tomó carne en el seno de la Virgen Santísima, que predicó, padeció, murió y resucitó por nuestra salvación. Una fe que es valorar en toda su profundidad el misterio de la encarnación.

La figura de Tomás nos estimula en nuestra vida cristiana para vivir con un mayor compromiso. Tomás tiene dificultad para creer que Jesús ha resucitado. Es una verdad de tal magnitud y de tantas implicaciones, que no alcanza a aceptarla bien sea por el temor, bien sea por la inmensa alegría que le producía. Sin embargo, Tomás hizo una experiencia maravillosa: “logró tocar a Cristo”, logró sentirlo cerca de su propia vida, cerca de sus afanes, cerca de su misión. Tomás comprendió que aquel que estaba de frente a Él, no era un simple hombre: era el Verbo de Dios encarnado. Evidentemente esta experiencia es necesaria para asumir un compromiso cristiano: quien no comprende quién es Cristo y qué ha hecho por él, no puede comprometerse realmente. Su fe será siempre una cuestión periférica.

¡Qué grande necesidad tenemos de hacer esta experiencia de Tomás! Ojalá que cada uno pueda sentir el amor de Cristo con tanta intensidad que no pueda salir del mismo modo. Cuando Maximiliano Kolbe se encontraba de pie ante los oficiales nazistas viendo cómo condenaban a un hombre con familia a morir en el “bunker” del hambre, su corazón no quedó inactivo. Experimentó que él debía dar la vida, como Cristo la había dado por él. Preguntémonos hoy todos: ¿cuál es y hasta dónde llega mi compromiso cristiano? ¿Qué estoy haciendo por “vencer al mundo”, por “ganarlo para Cristo”, por ayudar a todos a alcanzar la salvación? /Fuente: Catholic.net