El mundo nuevamente vivió la época de Navidad, en la que pudo traer a su memoria el anuncio del ángel Gabriel, a la virgen María desposada con un varón de nombre José. El ángel le dijo: “No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús”.
Siendo la Navidad, una época para el recogimiento, amor y solidaridad, expresiones emblemáticas del cristianismo, han surgido algunas controversias, como el de que la fecha de la Navidad (25 de diciembre) no está consignada en la biblia. Los que sólo aceptan lo escrito en este libro sagrado ignoran que el mismo es abundante en metáforas, parábolas, llena de enseñanzas, jamás podrá tomarse literalmente.
El nacimiento de Jesús, debe realizarse en una fecha determinada, para que puedan coincidir los propósitos del mundo.
La primera fecha “oficial” registrada de la celebración de la Navidad del 25 de diciembre fue en 336, aprobada en la época del emperador romano Constantino, el primero que se convirtió al cristianismo.
Por ello, es aconsejable guiarnos por el evangelista Mateo, quien señala la complacencia de Jesucristo, cuando nos reunimos en torno a Él, Cap. 18(19-20): “os digo en verdad, porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
En cuanto a la presencia de la Virgen María, algunos sabios doctrinarios la quieren echar al olvido. Para ellos, lo que debe tenerse en cuenta es lo manifestado por el evangelista Marcos, Cap. 12 (28-30) cuando uno de los escribas preguntaba: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús contestó: “El primero es: El Señor, nuestro Señor Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.
Aunque el Rosario no está mencionado en la Biblia, es una herramienta para amar a Jesús. En todos los Misterios se adora a Jesús, desde los Luminosos que contemplan el bautismo, hasta los Gloriosos donde se incluye la resurrección.
Otro punto por los que quieren aplicar la “Capitis diminutio” a la Virgen María, es el de que los católicos la adoramos. Los católicos no adoramos a la Virgen María, la tenemos como una figura respetuosa, humilde y obediente de Dios, digno ejemplo a seguir para la humanidad.
Su respuesta ante el ángel Gabriel, es contundente, San Lucas 1(37-38): “He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
También la Biblia especifica en muchos capítulos, el acompañamiento de La Virgen María en la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte.
Por todo esto, es necesario que nuestra mujer del siglo XXI, sea tratada con dignidad y respeto, como lo enseño la Virgen María.
Jesús dijo: “Yo soy el Camino y la verdad, y la vida” Juan 14(6), igualmente ordenó: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Marcos 12(31).