Recientemente se conocieron los proyectos de enmienda constitucional que el presidente Putin remitió a la Cámara de Diputados en Rusia y que serán votados el próximo 22 de abril; entre ellos se destacan la inclusión de Dios en la Constitución, lo mismo que el matrimonio heterosexual como el único válido y la prohibición de ceder territorio a un Estado extranjero.
Al parecer, el patriarca de la iglesia ortodoxa fue quien prohijó la iniciativa de invocar a Dios en el preámbulo de la Constitución con el argumento de que la gran mayoría de los rusos cree en la existencia de un ser divino superior pero referido no solo al Dios de los cristianos ortodoxos, sino al de los musulmanes, judíos y otros credos. Recordemos que la Federación Rusa es un Estado laico en el que no hay una religión oficial. Así mismo, el gobernante ruso también cree que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Ya había dicho que mientras él sea presidente “no habrá progenitor uno y progenitor dos”; dice que habrá papá y mamá.
Desde la época de su reelección como presidente de Rusia, Putin aparece como el exponente de la moral de la iglesia ortodoxa y como el protector de los valores sociales y culturales de la Nación rusa sobre los valores de occidente. El patriarca Cirilo, de la iglesia ortodoxa, aparece como protagonizando una lianza con el Estado luego de resurgir del colapso soviético como una institución por encima de la política.
No se sabe bien si lo que viene promoviendo el jerarca ruso es una estrategia con fines electorales al acudir a una narrativa “que enraíza no con los tiempos soviéticos, sino con un pasado zarista a un más distante, un pasado expresado en los escritos de Iván Llyin, el filósofo político al que Putin ha estado citando en sus discursos desde 2005”, dice Steven Lee -uno de sus biógrafos- o es el reflejo del creyente cuya faceta no era suficientemente conocida por propios y extraños.
Ahora se viene a saber que la Duma rusa acaba de aprobar la enmienda constitucional que elimina el límite de dos mandatos presidenciales que, si cuenta con el aval del Tribunal Constitucional, habilitaría a Putin para un nuevo mandato dado que el actual concluye en 2024. Lo anterior fue aprobado a pesar de que a Putin no le parece conveniente eliminar de la Constitución el límite de mandatos presidenciales. A este respecto ha dicho que “la rotación en el liderazgo es necesario para la dinámica de desarrollo del país…; hace falta pensar en las futuras generaciones.” Esa afirmación no parece muy creíble porque Putin gobernó Rusia entre 2000 y 2008; luego fue primer ministro, y en 2018 fue reelegido. Todo parece indicar que va por un nuevo mandato.
De todas maneras, las enmiendas que acaba de aprobar la Duma tienen que ser ratificadas en las urnas en el referendo convocado para el próximo 22 de abril.