Los jóvenes han tomado la iniciativa porque los gobernantes del mundo, sus mayores, no han sido capaces de tomar las medidas necesarias para detener el calentamiento global que nos amenaza.
Yo felicito a los jóvenes y me sumo a ellos, porque este es también mi planeta y mi corazón es tan joven como el de ellos y mi mente está tan alarmada como la de ellos sobre el futuro que nos espera a viejos y jóvenes si no logramos detener, de alguna manera, el calentamiento global, el abuso en la explotación de los recursos naturales, la violación y devastación de mares y ríos, la tala y quema de los bosques, el consumerismo que nos ahoga; en general, el desperdicio innecesario de nuestros recursos.
Cambiamos hoy o mañana ¡será muy tarde! Muy tarde para nosotros y para nuestros descendientes. Muy tarde para la supervivencia del planeta. Tristemente, no falta quienes piensan que ya nada logrará detener la catástrofe.
De seguir como vamos, pronto viviremos sequias inimaginables e inundaciones devastadoras. El aire y las aguas estarán completamente polucionados. Los desechos de basuras no reciclables, como lo son la mayoría de los productos plásticos y químicos nos habrán derrotado, habrán cubierto los mares, contaminado el subsuelo, formado montañas enormes, mal olientes y putrefactas. No habrá manera de deshacernos de ellos. Esos desechos serán los colonizadores de un mundo asqueroso y desierto.
Los océanos estarán vacíos de peces, moluscos, caracoles, esponjas, corales, algas; serán aguas muertas, completamente carentes de vida. Igual, los ríos, que se habrán convertido en alcantarillas, y los bosques que serán solo un recuerdo de lo que un día existió, una vegetación exuberante, llena de vida, abundante en colores y sonido.
El 23 de septiembre pasado, más de 250 personas vestidas de negro, escalaron las laderas de la montaña Pizol, al noreste de Suiza, para despedir para siempre a un glacial, cercano a la frontera entre Austria y Liechtenstein, que desapareció totalmente. Uno más entre los muchos glaciares ya desaparecidos, o a punto de desaparecer.
En las últimas décadas vimos desaparecer las nieves que cubrían el Kilimanjaro, en África, y a tantos otros picos nevados al rededor del planeta. Estos nevados eran depósitos de agua dulce para el mundo. Las consecuencias de su desaparición son inmensas. Tan alarmantes como el rápido deshielo del Ártico y el Antártico.
¡Qué estamos esperando los mayores para unirnos a los jóvenes! Miles de jóvenes han protestado contra la inercia de sus gobiernos para actuar con prontitud contra el calentamiento climático. Yo llamo a todos los mayores a hacer lo mismo. Un paro mundial contra la lentitud en tomar decisiones es indispensable.
Bien sabemos la importancia de reglamentar seria y rápidamente la utilización de combustibles fósiles, como son el gas, el carbón y el petróleo. Las energías verdes: la solar, la marina, la eólica, deberían estar ya suficientemente desarrollada para tomar su lugar.
Este cambio significará una enorme adaptación para las economías globales y las grandes compañías que viven de la explotación de combustibles fósiles. Sin duda, este es el mayor motivo por el cual muchos gobiernos están demorando, aun evitando, forzar una solución al problema. Pero si las cosas continúan como van, en pocas décadas habremos destruido nuestro planeta.