RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Diciembre de 2012

El tigre no es como lo pintan

 

La  mentira tiene un surtido grande de disfraces. A través de los medios masivos de comunicación ha tratado con pasión de dibujarnos un mundo que no existe, pero que es presentado como verdadero y sólido. Sin embargo, a veces estos mismos medios resuelven salir a la calle, porque últimamente trabajan demasiado desde la fantasía virtual y el ambiente ideologizado de las salas de redacción, y ellos mismos se sorprenden de las respuestas que les da la sabiduría de la misma gente. Por ejemplo, en una reciente encuesta publicada por la revista Semana, se constata que los jóvenes no son tan despistados como para no saber las consecuencias de actos que atenten contra la vida, contra la familia y el matrimonio, etc. Y lo piensan así aunque los medios se rasguen las vestiduras.

Los medios masivos de comunicación han caído hace rato en una ideologización que les impide ver lo que dicen buscar con ahínco y que no es otra cosa que la misma verdad. Ideologizarse quiere decir que el comunicador se construye un mundo en su mente y trata de que todo lo que ve, oye, percibe, coincida con su pensar o quiere hacer proselitismo de esos conceptos. Sucede, sin embargo, que cuando no le coinciden sus prejuicios con la realidad, entonces comienza el uso de los adjetivos, los cuales dispara a diestra y siniestra, sin siquiera hacerse una pregunta sobre lo irreal de su conceptos preconcebidos. Volviendo al caso citado de Semana, el informador termina calificando a los jóvenes de ¨conservadores¨, con toda la carga peyorativa con que se usa esa expresión en los dueños de la opinión pública.

Es apenas natural que la mayoría de la sociedad hoy día esté más propensa al sentido común, al orden natural de las cosas, a lo que siempre ha hecho felices a los hombres y a las mujeres, pues las ideologías y sus obreros han introducido demasiado malestar en todos los niveles de la vida. Es legítimo pedirles y esperar de los comunicadores un mayor amor a la verdad, si es que en realidad sienten que tienen una misión entre la gente. La experiencia que tal vez no han hecho muchos de nuestros comunicadores es la de hacerse obreros de la verdad. El predicador de Nazaret sostiene que esta nos hace libres. Será que muchos actores de la comunicación han trocado en predicadores de ideologías y han abandonado el amor primero de todo periodista que es la verdad­.