RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Agosto de 2013

Descubriendo el agua tibia

 

Por  andar entretenidos en toda clase de cosas sofisticadas y a veces en mentiras divinamente maquilladas, hay no poca gente con la vida enredada. Pero, de pronto y afortunadamente, algunas personas terminan descubriendo el agua tibia: que la vida transcurre mejor con fe y con amor, que la familia es importante, que la relación con Dios es el mejor horizonte posible para un ser humano, que no siempre lo material es lo más importante, que ser buena persona es mejor que ser mala persona, etc. ¿Quién no sabía todo esto? Todo el mundo lo sabe, pero no todo el mundo vive interesado en que eso sea realidad en su propia vida.

Los que están descubriendo el agua tibia, o sea todo lo dicho y que tiene que ver con el sentido común del feliz vivir, son hoy día gente a la que hay que darle toda su importancia porque tienen la capacidad de llevarles un poco de luz a quienes siguen sin descubrirla. En ocasiones, quienes desconocían de hecho los principios que hacen que la vida transcurra en paz, con armonía y con frutos duraderos, se pueden convertir como en portadores de un testimonio iluminador para los que persisten en vivir al revés, en la ruptura, en el conflicto, en últimas en el sinsentido. Nunca es tarde para darse cuenta de lo que en la vida realmente es valioso y para apuntarse en su búsqueda. Y nunca es en vano dar testimonio de la ganancia que se obtiene al pasar del estado viejo de vida al nuevo, dado por el fortalecimiento del corazón, más que de otra dimensión de la persona.

Uno de los hombres crucificados al lado de Jesús tuvo la lucidez de utilizar su último aliento para pedirle que se acordara de él cuando llegara a su reino. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, le contestó Nuestro Señor. Fue un descubrimiento hecho en situación de agonía de la infinita misericordia de Dios, pero suficiente para ver un horizonte absolutamente nuevo y pacificador del alma. La vieja agua tibia está hecha de amor, de dignidad humana, de respeto, de unidad, de perdón y reconciliación, de sinceridad y verdad, de fe en Dios, de alegría interior. No importa cuándo se descubra esta agua tibia, lo importante es hacerlo y bebérsela a borbotones. Las otras bebidas, perdón por la palabrita, son vomitivos. También eso está descubierto.