RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Enero de 2012

Espectáculo inadmisible

Es  absolutamente aplastante el tema del desalojo de familias pobres a través de maquinaria pesada que llega a sus puertas y sin ninguna consideración las derrumba en un instante. Lo peor es que la maquinaria avanza con una orden judicial en la mano. O quizás lo peor sea que en el lugar de los hechos no está nuestro alcalde charlatán jugándosela por los marginados y ni siquiera el cura del lugar. Gentes absolutamente abandonadas a su triste suerte de ser los últimos entre los pobres. ¡Qué no se engendrará de odios violentos en estas pobres personas que las sacan de sus casas, si así se les puede llamar a sus viviendas, para luego derrumbarlas con una frialdad digna de los peores enemigos de la humanidad!
Estos hechos, que sí deberían ocupar de lleno a los gobernantes y no tonterías como la de los toros o los humedales, nos dejan ver una vez más que hay una convicción que aún no arraiga del todo entre nosotros: lo más importante que hay sobre el planeta Tierra es cada persona y entre todas la más importante y por la cual se han de hacer todos los esfuerzos del caso, es la que es débil por cualquier razón, bien sea esta la pobreza, la miseria, la enfermedad, etc. Aunque juristas y magistrados se rasguen las vestiduras, la persona está por encima incluso de constituciones y leyes, escrituras y promesas. Pero no cree casi nadie en esto.
Estoy seguro de que hay muchas formas para que los problemas de la gente más pobre no lleguen a las situaciones como la que vimos esta semana que termina. Pero es que el pobre más pobre no está del todo en la mente de los gobernantes ni de otras instituciones y tampoco de infinidad de personas. Y como no está ni en la mente ni en los proyectos de los poderosos, el pobre tiene que acudir a formas no convencionales de sobrevivencia. Y no se le puede culpar, ni aplastar con un Caterpillar, por esa razón. Claro que en las arcas del Estado, de la Alcaldía y de muchas instituciones hay suficientes recursos para cambiar la vida de los pobres más pobres. ¿O es que el ICBF no es famoso por sus cedetés guardados?
Es cierto: va a ser muy difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. Y rico es todo el que tiene la posibilidad de hacer algo por los pobres, pero se goza sobre todo en ejercer el poder de aplastar. Bogotá… 2.600 metros más cerca del infierno.