Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 11 de Enero de 2015

Un empujoncito

A  veces daría la impresión de que muchas personas la quieren fácil o regalada. Esto no siempre es cierto. Lo que sí se descubre con frecuencia es que a muchas personas les hace falta un empujoncito para salir adelante en algún sentido. Y lo interesante del asunto es que no necesariamente se trata de cuestiones imposibles de solucionar para el que está al lado y podría dar ese poco de fuerza que le hace falta al vecino. El empujoncito puede tomar diversas formas: una palmada en la espalda, un poco de dinero, un guiño amable, una puerta abierta, un trámite, una conexión, una llamada, una carta de presentación. En alguna ocasión le presentaron a Jesús un ciego y él no tuvo reparo en hacerle la pregunta que estaba esperando: “¿Qué quieres que haga por ti?”.

Esta pregunta es buen punto de arranque para abrir caminos en la vida de personas con algún obstáculo que no han podido resolver y que se ha convertido en fuente de fracaso y tristeza. Y no se debería omitir la pregunta para no cometer el error de solucionar los problemas del otro con mis propias categorías, que no siempre se ajustan a las del necesitado. La sorpresa suele ser que la gente no está pidiendo que le regalen el mundo ni que le armen la vida. Todos tienen sueños e ilusiones, proyectos de vida y planes de progreso y se trata de facilitar las cosas para que eso suceda. En este mundo donde la desigualdad es tan famosa y extendida, como lo señala el autor francés de moda, sí que sigue siendo necesaria la actitud de los que son capaces de inclinarse para dar el empujoncito al que está medio varado o varado del todo.

A ratos se hace necesario dejar la discusión teórica e ideologizada de tantos problemas del común de la gente y ponerse a la tarea, por lo demás muy interesante y apasionada, de ayudar a que pueda echar para adelante. Los ricos, la gente educada, las grandes instituciones, los medios de comunicación, los presidentes y los gerentes, las amas de casa, las fundaciones y los ciudadanos del común que viven bien, todos tenemos cómo hacer de rampa de lanzamiento para el que le está faltando algo por lo que ha luchado, pero, como dicen los futbolistas, no se les han dado las cosas. A quienes viven un poco aburridos de la vida por exceso de bienestar, les recomiendo mirar al necesitado que está al lado y la vida será mucho mejor para ambos.