Rafael De Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Junio de 2016

La Primera Comunión

ACABA de pasar el día de Corpus Christi, o sea, la fiesta de la eucaristía, y con él numerosas celebraciones de primeras comuniones. En mayo y junio también los colegios de calendario B aprovechan para realizar sus primeras comuniones. Es una fiesta muy bella y que cala hondo en el alma de niños y familias. La forma como se prepara hoy a los niños a este sacramento, lo mismo que al de la reconciliación, es realmente muy atractiva y eso se refleja en el espíritu que poco a poco llena a quienes van a comulgar por primera vez, lo mismo que a sus papás y a los mismos colegios y parroquias. Tal vez la imagen de este momento espiritual sea el de un encuentro entre el Dios hecho carne en Cristo y la vida humana en una edad de bellísima inocencia, encuentro entre la santidad insuperable de Dios y la pura alegría de vivir de un ser humano que tiene 7, 8 o 9 años.

 

Para la Iglesia y sus apóstoles, entre ellos, sobre todo, una admirable cantidad de mujeres llenas de amor a Dios, la Primera Comunión, junto con su preparación, se han convertido en una ocasión muy interesante para revivir la fe de no pocas familias y matrimonios. Creo que el tono de la catequesis actual es siempre constructivo y una ocasión importante para que niños y papás se tomen un tiempo extendido para escuchar hablar de Dios, de su hijo Jesús, del Espíritu que todo lo santifica. Es que a veces en la vida diaria atendemos tantos temas insustanciales y ridículos, que bien vale la pena abrir mente y corazón a unas palabras de eternidad, de esperanza, de encuentro con la alegría, como lo decía Lewis.

 

Hoy en día el camino hacia la Primera Comunión, o sea, la primera vez que se recibe a Cristo en el sacramento de la eucaristía, se ha vuelto un itinerario muy rico, pues además de la enseñanza doctrinal, se hace también la renovación de los compromisos bautismales, lo mismo que la preparación para la primera reconciliación sacramental y se motiva en muchas ocasiones a la realización de obras de solidaridad con los pobres. Es bastante más que vestidos blancos y cirios encendidos. Y quizás sea el único hecho social y religioso que enaltece la inocencia de los niños en forma solemne y pública y al hacerlo descubre también la cercanía de Dios con ellos. La Primera Comunión es como una bocanada de aire venida de Dios para reanimar y alegrar niños, familia, Iglesia y sociedad.