RAFAEL GÓMEZ MARTÍNEZ | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Diciembre de 2011

 

La sed con que los demás beben

 

Por estos días de descanso y de fin de año me encontré con un segmento de un programa en Caracol Radio, los sábados por la mañana, llamado mi Banda Sonora, que trae a colación las historias de vida de algunos famosos personajes. Historias de vida que uno como oyente no se imagina.

Yo siempre he creído que dentro de un humorista hay algo de tragedia, algo de dolor. Por eso son personas que se conectan muy bien con el público. Porque sus historias, en medio de su tristeza, reflejan el dolor de las personas.

La historia de vida que más me sorprendió es la de don Jediondo, alias Pedro Antonio González; digo Pedro Antonio González, alias don Jediondo.

Cuando yo lo veo por la televisión o lo escucho en el programa La Luciérnaga de Hernán Peláez, nunca me imaginé su historia de vida.

Las historias de don Jediondo, su pueblo natal, y sus primas y sus tías son verdaderas. Uno, como oyente, nunca se imagina que la vida de don Jediondo haya sido como fue.

Don Jediondo contó que sus inicios en la radio se deben gracias a que su mamá en la plaza de mercado los días sábado se dedicaba a poner canciones en una consola de discos, la única que había en Sutamarchán, y que por poner canciones la mamá de don Jediondo cobraba $1 por cada canción. Y que con eso su mamá sacó adelante a sus siete hijos.

La fuerza de la naturaleza es inmensa y los seres humanos no sabemos la sed con que los demás beben.

No quejamos de nuestra propia existencia. De nuestro modo de vida. De nuestra familia, De nuestros amigos. Del trabajo.

Pero muy pocas veces somos agradecidos con la vida que tenemos porque no sabemos la sed con que viven los demás.

Siempre, por estas épocas, me acuerdo de la frase del padre Francis, rector del Colegio San Carlos, cuando con su manaza derecha me llevó a un rincón y me dijo: “Señor Gómez, ¿qué tan agradecido es usted con su vida?”.

Desde entonces, siempre busco la manera de agradecer a Dios por todo lo que tengo. Por mi vida, por mi trabajo, por mi familia, por mis amigos, por mi señora, mis dos hijos, y Matías mi perro, claro está. Por Santafe…

Por esta columna de opinión, que no es más que eso. Una humilde columna de opinión de un ciudadano de a pie.

Puntilla:Un feliz año para todos y que el 2012 nos mantenga con vida y con salud, que es lo único que de verdad tenemos por obra y gracias de Dios. Lo demás sobra.