RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Noviembre de 2011

¡A mí que me esculquen!

 

 

A  propósito del fraude procesal de presentar falsos testimonios ante una corte, en el caso de Mapiripán no hay responsables. El principal actor, el Colectivo Alvear Restrepo, fue engañado. ¡Pobrecitos!  Aunque ellos, la senadora Gloria Inés Ramírez y el representante Iván Cepeda, del Polo, ya tenían el antecedente de haberse inventado lo de la fosa común de La Macarena.

Mariela Contreras, una humilde mujer que vivía a 8 horas de Mapiripán, se inventó un cuento con su marido y sus hijos como víctimas y engañó al Colectivo. ¡Que la investiguen! Grita el representante de Naciones Unidas en Derechos Humanos en un comunicado que, a propósito, es una intervención indebida en asuntos internos de Colombia y quien también había metido la cucharada en la falsedad de La Macarena. ¡Que la investiguen! Dice Eduardo Carreño, abogado del Colectivo. Que la investiguen, dice la columnista Laura Gil. Y que investiguen también a José Alberto Pinzón López, que había muerto ocho años antes de la masacre, y a  Gustavo Caicedo, asesinado por guerrilleros antes de los hechos, y a todos los demás  muertos vivos.

La Comisión Interamericana (CIDH) dice que “el Estado tuvo conocimiento de la determinación de estas personas como víctimas de Mapiripán y en ningún momento la cuestionó...,  la reconstrucción de los hechos se basó principalmente en el acervo probatorio de la Fiscalía Nacional de Colombia y … documentación oficial que el Gobierno colombiano aportó.” ¡Que responda Colombia que los engañó!

Por su parte el presidente de la Corte Interamericana, que en su momento fuera también presidente de una ONG de derechos humanos, cita a una reunión de Colombia, la CIDH y los representantes de las víctimas -aunque no dice si de las muertas o de las vivas- con el objeto de estudiar las denuncias públicas y tomar las medidas que correspondan. Pero las sentencias de la Corte, por descuidadas que sean, son inapelables. Y lo único que hay que decidir es emitir en el futuro sentencias justas y estudiadas y dejar de ser un tribunal de alzada de la CIDH, como lo calificó la Presidenta de Costa Rica.

Hay unas víctimas de las que nadie se acuerda. El general Uscátegui, condenado a más de cuarenta años en Colombia aunque el crimen de Mapiripán no se cometió en su jurisdicción, pero… ¡qué importa, si es solamente un militar! En cambio, el coronel Hernán Orozco, que sí tuvo que ver, goza de un retiro placentero en Miami gracias al Colectivo y a la CIDH -¡Nosotros no tuvimos nada que ver con eso! dice ésta-.

Hay que esperar que de esta lección salga algo y que no todos se hagan los de la vista gorda, como parece.

Coda. Reyes, muerto en la Operación Fénix, Jojoy en la Operación Sodoma, Cano en la Operación Odiseo. ¡Gloria a nuestros héroes! Y que las ONG, los periodistas y los jueces que sabemos, es decir, las viudas de las Farc, se mesen los cabellos.