RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Julio de 2013

Francisco y El Martín Fierro 

 

En 1878 salió publicada la primera parte de El Martín Fierro, una obra escrita en verso por José Hernández que narra la historia de un gaucho al que las presiones sociales empujan lejos de su familia y termina convertido en un  hombre fuera de la ley.

Leyendo una biografía del Papa Francisco* me encuentro con un mensaje que el entonces cardenal Bergoglio dirigió a las comunidades educativas de Buenos Aires en 2002, en el que con base en un análisis del poema muestra las razones y circunstancias por las que la Argentina, que desde mediados del siglo XIX fue considerada el “granero del mundo” y uno de los países más ricos hasta que Perón y los sucesivos gobiernos y golpes de Estado desde la segunda mitad del siglo XX hasta la dinastía de los Kirschner acabaron con ello, llegó a ser lo que es hoy. De la Argentina del siglo XIX y principios del XX solamente quedan los edificios monumentales (de los que el Teatro Colón es un ejemplo) y la belleza europea de Buenos Aires. Los gobiernos de Alfonsín y Menem dieron un respiro a una crisis económica que se vislumbraba al poner freno a la devaluación rampante, pero a principios de este siglo la Argentina tuvo que declarar la cesación de pagos. Paradójicamente los productores agrícolas están más pobres pero la clase media ha aumentado.

El Cardenal urge a no olvidar la historia y aprovecha para ligarla con la ética, que tiene que ver con el comportamiento de la sociedad y del Estado frente a las condiciones de las masas campesinas. El bien común tiene que ser un objetivo central y éste no es, ciertamente,  el que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, que es lo que sucede como norma en América Latina, sin que Colombia sea una excepción. El respeto del uno por el otro, incluso la ayuda de unos a otros, son los aglutinantes del tejido social. El Cardenal advierte que los valores no pueden consensuarse (matrimonio igualitario, aborto etc.) porque ello conduce siempre a nivelar por lo bajo.

La política debe ser incluyente y enderezarse a rescatar a los marginados. Como dice el poema “es el pobre en su orfandá/ de la fortuna el desecho/ porque naides toma a pecho/ el defender a su raza./ Debe el gaucho tener casa/ escuela, Iglesia y derechos”.

Las críticas a la sociedad actual son las mismas: falta de ética, la verdad sepultada por los intereses, el engaño, el ataque vil. Lo mismo allá que aquí.

 

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Coda. Chávez dijo una vez en el podio de la Asamblea General de la ONU donde Bush había hablado la víspera, que olía a azufre porque allí había estado el diablo. No se armó un escándalo, ni la OTAN protestó. El incidente del avión de Evo fue también un acto inamistoso pero no amerita reunión de presidentes de Unasur ni retiro de embajadores.

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*Sergio Rubin, Francesca Ambrogetti, El Jesuita, Vergara (Bogotá, 2013)