RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Julio de 2013

El Gran Hermano

 

O’Globo nos informó en estos días que, después de México y Brasil, Colombia es el país más espiado por la NSA. Como nadie lo metió en la lista, Evo dijo que su contrainteligencia electrónica probaba que sus ministros eran espiados por los gringos. Lo mismo pasó aquí cuando se habló de las “chuzadas” del DAS: si a usted no lo estaban chuzando, estaba out. Todos salieron a decir que a ellos también los chuzaban.

Como les conté a mis lectores hace un par de semanas, el espionaje electrónico tiene muchos años (recuerdo haber leído un libro sobre la NSA hace más de 20 años, además, por supuesto de 1984, la obra magistral de George Orwell). El escándalo suscitado por Edward Snowden se debió no al espionaje electrónico en sí, sino a que espiaran a los gringos, para lo cual se requiere autorización de un juez. Pero la NSA tiene su Corte de bolsillo, así que a quejarse al mono de la pila.

Como dije en esa oportunidad, los gobiernos sabían que eran espiados, no solo por la NSA sino por británicos, rusos, chinos y otros. Pero como buena parte de los datos eran compartidos, era mejor quedarse callados. Y los países que no poseían tecnología electrónica pasaban agachados porque no tenían manera de probarlo. Pero ahora se sabe que hay una cadena de satélites que interfieren todas las comunicaciones de Internet dominadas por gigantes norteamericanos y con su conocimiento y, por si fuera poco, con conexiones derivadas de los cables submarinos. Si a eso se suma que por donde uno camine hay una cámara de TV que lo filma, el Gran Hermano de Orwell es una realidad. Así que ¡cuidado!

Un parlamentario colombiano hace citar a la Canciller a sesión secreta para que diga por qué no se ha quejado del espionaje gringo. Me gustaría ver la cara de ese parlamentario, muy serio y tieso, oyendo la respuesta: no hay prueba del espionaje pues en Colombia no hay contrainteligencia electrónica; el Gobierno de Estados Unidos nos da con frecuencia información valiosa, pero no sabemos cómo la obtiene; y otras verdades de a puño que no ameritan armar un escándalo como el del avión de Evo.

La característica del espionaje está, precisamente, en hacerlo sin que los otros se enteren. Y se contrarresta con contraespionaje y tecnología. No con gritos de “soberanía”. Eso dejémoselo a Evo y su comparsa de ALBA.

¿Qué vamos a hacer ahora que la Policía colombiana anuncia que también nos va a espiar?

 

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Coda. Los médicos forenses no lo han dicho, pero el representante de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos ya dictaminó que en el Catatumbo ha habido campesinos muertos por balas como las que usa la fuerza pública, así como uso excesivo de la fuerza y violación de los derechos económicos, sociales y culturales. La protesta del Gobierno por semejante exabrupto no se hizo esperar. Pero ahora que viene la Alta Comisionada, deberían aprovechar para pedirle que cambie a ese sujeto.