RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Diciembre de 2013

El cumpleaños de Jesús

 

La  Navidad o Natividad es la conmemoración del nacimiento en Belén de Jesús, del Salvador anunciado por los profetas. Sus padres, José de la estirpe de David, y María la virgen desposada con él que había concebido por obra del Espíritu Santo, fueron de Nazaret, su pueblo en Galilea, a Belén de Judá, muy cerca de Jerusalén, donde había nacido el rey David. Como no encontraron alojamiento en el albergue se refugiaron en una pesebrera donde María dio a luz al Salvador.Cuentan los apócrifos que allí había un buey y, posiblemente, el asno en el que María había viajado. Unos pastores de la comarca, a quienes la gloria del cielo envolvió en su luz, recibieron el anuncio y oyeron a los ángeles celebrar cantando: “Gloria a Dios en el cielo y en la Tierra paz  a los hombres de buena voluntad”. Fueron los primeros visitantes. Más adelante, guiados por una estrella, lo visitaron los magos del Oriente y le llevaron como regalo oro, incienso y mirra. La de esa visita es la fecha de los regalos en España.

Ese es el acontecimiento que los cristianos celebramos. Por tradición rezamos la novena y asistimos a la misa de la Navidad. Históricamente se añadió a la celebración darles un regalo a los niños, aunque siempre el mejor regalo fue entregarle nuestras vidas al Niño Dios.

Hoy no nos acordamos del sentido de la Navidad. Nos llegaron tradiciones ajenas y descristianizadas: el papá Noël (papá Navidad), Santa Claus, transformación pagana de  San Nicolás, obispo de Mira. San Nicolás fue muy amigo de la niñez y por eso en su fiesta el 6 de diciembre se repartían dulces y regalos a los niños, como sucede actualmente en Holanda. Los holandeses que llegaron a Nueva Ámsterdam llevaron consigo sus tradiciones y con ellas a Sinterklaas, que degeneró gracias a Washington Irving en el Santa Claus actual -que nada tiene que ver con San Nicolás-, que vive en el polo norte y que, finalmente, es una creación de los comerciantes. La versión final se la debemos a Coca-Cola.

Peor aún: la Navidad se celebra con una farra y muchos borrachitos alrededor de un árbol y regalos para todo el mundo. El único que no está invitado es Jesús. ¡Qué paradoja! Hay que aceptar que algunas personas que tienen el sentido cristiano de la Navidad envían regalos a los niños pobres. No resulta lógico que Santa Claus lleve regalos a los ricos y no se acuerde de los pobres.

Queridos lectores: que esta Navidad nos sirva para acordarnos de Jesús, para desalojar de nuestros corazones odios y rencores, para cerrar nuestras bocas a la calumnia y a la murmuración, para perdonar a los demás y perdonarnos nosotros mismos. ¡Feliz Navidad!

 

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Coda. Mamertos de todos los pelambres ¡uníos! Ahora resulta que el bueno es Petro y el malo el Procurador. El mundo al revés. Las declaraciones del futuro embajador de Estados Unidos muestran que cree que lo nombraron virrey.