RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Febrero de 2014

La OEA y la Celac

 

“Se debería analizar relación costo-beneficio de estar en algunas organizaciones”

 

 

La Unión de las Repúblicas Americanas fue creada en Washington en 1889-90 durante la I Conferencia Panamericana. Desde entonces, hasta 1948 cuando fue sustituida por la OEA, realizó ocho conferencias muy productivas en las que se aprobaron tratados que dieron estructura al sistema jurídico internacional americano. La OEA, por su parte, más formal que la Unión, también hizo labor en ese sentido, con reformas a la carta en Buenos Aires (1967), Cartagena (1985), Washington (1992) y Managua (1993). El Pacto de Bogotá (hoy en decadencia), el Tratado Americano de Asistencia Recíproca (que murió de muerte natural durante el conflicto de Las Malvinas) y la Carta Democrática (un bello instrumento que nadie aplica ni respeta) son algunos de sus logros. Su Secretario General, José Miguel Insulza, es un personaje anodino que concurrió a la reciente cumbre de la CELAC en La Habana, aunque este organismo pretenda sustituir a la OEA.

La CELAC es producto de la imaginación febril de Chávez. Sus procedimientos (diciembre de 2011) dicen que esa entidad fue creada “Reafirmando nuestro compromiso indeclinable con la paz, el fortalecimiento de la democracia y el impulso al desarrollo social y económico de nuestros pueblos...”. Todos los Estados latinoamericanos y caribeños son parte y a su reciente cumbre en La Habana, bajo la presidencia de Raúl Castro, asistieron todas “las jefas y jefes” de Estado. Unos, los del Alba, porque son los gestores de la organización, otros –como Argentina, Brasil, Uruguay y similares- porque se identifican con su ideología y otros  -como Chile, Colombia y Méjico- "porque ¿cómo nos vamos a quedar por fuera?”.

Estos países, tan respetuosos de la democracia, –que, como Argentina, Venezuela y Ecuador ahogan la libertad de prensa con restricciones a la compra de papel que tiene a punto de cierre en Venezuela a El Nacional sin que nadie diga ni pío- no quieren a la OEA porque en ella están los Estados Unidos y Canadá. Prefieren un barrio de pobres con dos o tres casas decentes.

Por sus frutos los conoceréis. De la reunión no salió nada, excepto que “las jefas y jefes” rindieron pleitesía a Su Majestad, el demócrata número uno, Raúl Castro y al decrépito Fidel, ahora nuevos mejores amigos de todos. Solamente Chile y Costa Rica tuvieron el valor de reunirse con las Damas de Blanco, las corajudas mujeres que encabezan la oposición en Cuba, mientras el régimen tenía detenidos a cuarenta opositores “por si acaso”.

Colombia pertenece también en Latinoamérica,  entre otros, a la ALADI, el Parlatino, la CAN (y su Tribunal y Parlamento), el SELA y el ALCA. Se debería analizar la relación costo-beneficio, porque la mayoría son organismos burocráticos inútiles o, peor aún, que ponen dificultades para el desarrollo. Debería concentrar sus esfuerzos en la OEA (obviamente con otro Secretario) y en la Alianza del Pacífico, con Chile, Perú y México.  Lo demás sobra.

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Coda: Las bases del partido conservador derrotaron a sus dirigentes, pero éstos no tuvieron la nobleza de aceptar la derrota.