Hay consenso ciudadano, que no médico, sobre la necesidad de una apertura a las sucesivas cuarentenas que el país debió soportar ante la pandemia del coronavirus, palabra que nos tiene hasta la coronilla, por significar un sin número de privacidades y comportamientos ajenos al diario vivir, pero las sufrimos con estoicismo y, según concepto de autorizados, los buenos resultados están por llegar, esperémoslos para cantar victoria, antes no.
El enemigo número uno de las cuarentenas y encierros es la economía. No teníamos experiencia en estas lides y nos sorprendió este aprieto sin poder diseñar estrategia que permitiera atenuar el encierro con actividades comerciales. Para paliar la crisis económica que estamos resistiendo no hay otra salida que reactivar el comercio, la empresa y la producción, entre otros. El Gobierno Nacional, junto a Gobernadores y Alcaldes, puso en práctica muchas opciones para tratar de flexibilizar el encierro y abrir posibilidades en diferentes disciplinas, los picos y cédulas, las cuarentenas sectoriales… en fin se buscaron posibilidades que hoy han perdido vigencia.
Se franqueó la puerta, las cosas cambiaron, seguramente las autoridades adelantarán campañas muy agresivas, buscando hacer pedagogía en las comunidades, pero recordemos que es una prueba y si las disposiciones no funcionan, volveremos al encierro con el rabo entre las piernas por ser responsables del fracaso. Reconozcamos que nos están entregando la responsabilidad de conducirnos y comportarnos de acuerdo a las circunstancias, enfrentando una amenaza constante, perversa y mortal; de ahí un llamado al buen juicio acompañado de responsabilidad personal, familiar y social porque es la última carta que nos podemos jugar, para ganar el tiempo necesario y salir airosos de tamaño trance.
Lo que viene es el desafío personal y general, cada municipio de acuerdo a su idiosincrasia diseñará, con el burgomaestre al frente, tácticas para no abarrotar de vecinos los comercios y negocios de toda índole. Sabemos que nadie estará contento con las medidas acordadas en cada municipio, pues aspiraban a una apertura total y libre como si el coronavirus hubiera desaparecido, (sueño lejano de nuestro entorno). Pero como se dice en el juego de pelota chica, “estamos entre la rubia y la morena”, debiendo sacar partido de ambas; es decir, mantener control en salud con sus protocolos vigentes y darle oportunidad a la economía, esa es la prueba de fuego.
Esperamos que los enfrentamientos permanentes de la fuerza pública con ciudadanos díscolos y renuentes al acato de disposiciones transitorias sustentadas en los controles desaparezcan con el solo buen criterio del residente, sería suficiente para evitar esos malos entendidos. Vivimos un estado de tensión, tanto los miembros de la fuerza pública como los ciudadanos. La amenaza, la situación económica y el encierro son un caldo de cultivo para exacerbar los ánimos. Prudencia por favor.