Para algunos funcionarios la Academia es algo pasivo, donde ni las hojas se mueven, ni el aire se agita. Para otros, la Academia es como un motor que produce energía o un corazón viviente, que infunde calor a la vida internacional. Y eso ocurre con Marco Tulio Calderón, durante su fecundo desempeño en la Universidad La Gran Colombia. En la historia social, el que más vive y el que más perdura es el que deja más huellas y más rastros en las cosas y en los espíritus.
Uno de los graves problemas del país es que somos un archipiélago de egoísmos. Vivimos ensimismados, mirando hacia adentro. Las fronteras a veces son barricadas, trincheras, alambradas de púas. Colombia vive una dura y amarga etapa de crisis. Pero esto es, tiene que ser, necesariamente transitorio. Perturbación terrible también tuvo el cono sur bajo la violencia de los montoneros y tupamaros, y fue superado.
La civilización europea vivió 30 años de luchas religiosas y dos pavorosas guerras mundiales, muriendo 52 millones de seres humanos en el último enfrentamiento.
En nuestro país ocurren cosas extrañas. Sufrimos de machismo jurídico. Endiosamos los derechos y despreciamos los deberes y las obligaciones. Impera el asco a la ley. Cuando uno es un niño, lo asustan diciéndole que se va a llamar a un policía como si se tratara de un ogro. Si se es estudiante, lo familiarizan con propaganda mural en las universidades que dice: bolitas no, fusiles no. Y cuando somos adultos continúa el lavado cerebral tratándose de inculcar a las gentes que el ejército es una fuerza agresora y represora, cuando en todo el mundo las Fuerzas Armadas son el brazo armado de la ley. León Duguit decía que el derecho sin la fuerza era inoperante y la fuerza sin el derecho era la barbarie.
Es urgente que Colombia se vuelva a horrorizar ante el crimen. Lo más grave es la impavidez frente al delito. Sociedad que no siente pánico ante el genocidio, los atentados dinamiteros y los actos de sabotaje, no merece vivir. Bolívar decía que los gobiernos tienen que ser fuertes para no ser violentos. Abominó a los politiqueros y admiró a los políticos. La política, desgraciadamente, en los países subdesarrollados, se considera como el medio más fácil y veloz para llegar a los honores, a la riqueza, y a las más encumbradas posiciones. Herriot, político radical francés, sostenía: “La política sería el oficio más despreciable si sólo sirviera para llegar a los honores. Hay algo más bello que los honores: el honor”.
El Congreso de Colombia ha perdido nivel académico por dos razones: se masificó y no se exige calidades al parlamentario. Colombia tiene cinco veces más parlamentarios que Estados Unidos, sostenía el Dr., José Luján. Aquí, con 50 millones de habitantes, tenemos 320 legisladores. Estados Unidos con 250 millones cuenta con sólo 220 congresistas. Lo que cuesta un mes nuestro oneroso y agobiante parlamento, es equivalente a lo que cuesta el sostenimiento un año de la educación primaria en el país.