Bogotá como todas las ciudades y pueblos del país cuentan con parques que son lugares de esparcimiento, encuentro y recreación tanto para adultos, jóvenes, niños y mascotas, pero lamentablemente muchos de ellos adolecen de respeto, principiando por aquellos que los utilizan para fines comerciales colocando puestos de venta, principalmente de alimentos preparados, muchos de ellos sin aplicar las normas higiénicas que requiere la preparación y conservación de esos alimentos.
Pero aparte de lo anterior, otras personas se ubican en dichos parques y humedales a ingerir licor, fumar marihuana y otras sustancias, contaminando el ambiente sin tener en cuenta el entorno, lo que produce algunas veces riñas y hasta heridos por tal motivo.
Si bien es cierto que los parques son lugares recreativos, también son pulmones de oxigenación para el medio ambiente, ya que los árboles, prados, plantas y flores cumplen con la función de ayudar a limpiar la ciudad de la polución producida por el monóxido de carbono expulsada por los vehículos y otras actividades, también son refugio y hogar de los pajaritos, insectos y flores que no solo contribuyen al equilibrio ecológico, sino que recrean la vida citadina con sus cantos y ornamentación.
Pero lo más triste y preocupante es la falta de cultura y de respeto de alguna parte de la ciudadanía, que indolentemente arrojan basuras y desperdicios aun teniendo a mano las canecas de aseo público, otros más depositan escombros, elementos de desecho como muebles viejos, colchones y en fin cualquier cosa que necesiten sacar de sus hogares.
Existe otro aspecto y quizás uno de los más preocupantes que son los recicladores, que si bien es cierto cumplen con una función y ese trabajo es su manera de vida, la gran mayoría de ellos seleccionan los materiales aprovechables dejando las bolsas de basura rasgadas con todos los desperdicios tirados alrededor contaminando el ambiente.
Pues bien, esta grave problemática que se advierte en mayor o menor grado en todas las ciudades y pueblos del país, se evidencia más en Bogotá la capital, donde la indolencia reina en las calles y la falta de cultura ciudadana se manifiesta en todos los estratos socioeconómicos. Es tal la contaminación de parques que mucha gente se abstiene de frecuentarlos por tal razón, a más de la inseguridad que algunos de ellos amenazan a la sociedad, total que estos maravillosos lugares fundamentales para la vida social, se están deteriorando cada día más y más, sin que las administraciones les den el orden y cuidado que requieren para contribuir con la vida ciudadana que merece.
Una práctica y útil medida que los alcaldes deberían hacer, es ubicar guarda parques permanentes debidamente capacitados para que recojan los desperdicios, realicen pedagogía a la gente en sitúo, informen a las autoridades sucesos de riñas e inseguridades. En algunas ciudades y poblaciones existen esos colaboradores, colocando personas adultas mayores ya jubilados, que voluntariamente cumplen esa función, pero la verdad son muy pocas y principalmente en Bogotá donde se adolece de esta contribución.
En concreto, más allá de la responsabilidad de las administraciones distritales y municipales, es del ciudadano que en conciencia debe impartir respeto a la ciudad y a los parques.