RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Abril de 2012

El libro electrónico

 

Como  casi todas las innovaciones de la modernidad, también el libro electrónico comienza su auge en Estados Unidos. Las estadísticas son llamativas: un negocio que arrancó apenas en el 2007, ya en 2010 representó el 10% de las ventas de las editoriales y en 2011 iba en el 15%. Las previsiones más conservadoras indican que en el 2020 será el 50% del mercado mundial del libro. Un cambio cultural-tecnológico impresionante.

Son avances con velocidad sideral que emocionan y estremecen los mercados, en especial el norteamericano. Se rompen todos los pronósticos de la mano de Kindle de Amazon, por el reciente Nook o el mismo Kobe. Se quiebra el mito del papel como atractivo inmodificable de los lectores.

Los libros de ficción -novela romántica y ciencia ficción- llevan la delantera, por encima del ensayo y los textos académicos. Estos últimos van a la zaga, en función de la desconfianza que mantienen profesores y estudiantes en la revolución tecnológica editorial.

Ayuda el costo de su adquisición. Desde gratis, óigase bien, gratis, hasta no más de 10 dólares por un best seller. Al menos la mitad de un libro corriente de tapa dura en Estados Unidos. Valen más los ejemplares en español, cuestión de masificación. Cuando España y Latinoamérica entren en esa onda el costo deberá reducirse hasta llegar a cero. ¡Qué más puede pedir el consumidor!

El negocio, que por supuesto se mueve mucho más en inglés, deberá en un futuro cercano llegar al mundo hispanoparlante de 400 millones de seres. Lo que no sabemos es a qué velocidad y con cuál nivel de excitación del público comprador. Porque la rapidez para aceptar el cambio de las culturas es diferente. Así como lo es el tiempo: oro para los norteamericanos, vida para los chinos y nada para los africanos negros.

Por lo pronto, los “españoles” residentes en Estados Unidos tienen a su disposición 40.000 títulos en sólo la cadena de librerías Barnes & Noble.

El sector editorial vive su peor encrucijada desde los inicios de Gutenberg. Nadie sabe cuál será el tamaño del mercado del libro tradicional y menos cómo se manejará el negocio de la virtualidad. De hecho, las ofertas sin costo no podrán generalizarse al punto de no cobrar por nada. Tampoco podrán seguir con los precios de los físicos que ahuyentan a una gran masa de lectores sin bolsillo para gozarse la literatura en cualquiera de sus expresiones.

Las nuevas generaciones están más predispuestas al cambio. Las mujeres gringas han acogido el libro electrónico más rápido que los hombres. Los mercados-objetivo están definidos, basta acelerar el proceso.

Y esperar que el universo de la academia acepte la innovación y la tome para sí. Que las universidades la fomenten y que la educación virtual se apodere del planeta.