RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Noviembre de 2011

 

Turquía y la tragedia kurda
 
Sin  salida al mar, el Kurdistán se encuentra dividido entre Turquía, Siria, Irán e Irak. Aquí comienza la tragedia del pueblo kurdo -30 millones- que se quedó sin patria. Olvidado por los imperios dominantes en los inicios del siglo XX, fue excluido del reparto territorial, y desde ese momento lucha por conseguir su independencia geopolítica.
¿Cuáles las razones para que nadie le devuelva su suelo natal? Como siempre, son de índole económica. En su territorio nacen los ríos Tigris y Éufrates, los del paraíso terrenal cristiano, los dueños de la vida en esos extensos desiertos. Allá están los principales yacimientos de petróleo de Irán e Irak y la totalidad de los de Siria.
De los deseos de independencia y de la lucha por los recursos naturales nace la guerra que por décadas ellos han librado. En el caso de Turquía, aspirante a protagonista principal en el Oriente próximo, con reciente y esperamos productiva visita del presidente Santos ¿podrá lograrlo sin antes resolver el conflicto con sus incómodos huéspedes, aglutinados en el Partido Nacionalista kurdo? 
 
 
La visión de los conflictos cambió con los avances de la humanidad. La resistencia justificable de una guerrilla es considerada ahora terrorismo. La aculturación de los pueblos, su eliminación genocida, no es hoy aceptada por la comunidad de naciones. Los dominios oligarcas y los gobiernos de minorías tienen espacios cada vez más limitados.
Con tantas nuevas realidades es difícil que Ankara pueda reprimir a los kurdos, eliminarlos como se hizo durante la represión en Armenia, donde casi desaparece toda su población. 
Más cuando Turquía es ejemplo de enormes contradicciones dentro de un Estado moderno. 
Mantiene buenas relaciones con Estados Unidos, Europa y el mundo musulmán. Es el único Estado laico islámico. Miembro del G-20 es una potencia económica y militar en la región. El respeto por los derechos individuales ha crecido, se acepta el disenso y existe libertad de expresión. Su economía crece aceleradamente (razón de más para abrir una embajada colombiana y designar a Fernando Panesso, capaz de operarla con éxito) y hace esfuerzos permanentes por cumplir las exigencias de la Comunidad Europea para recibirla en su seno.
 
 
Pero, qué tal la inestabilidad y riesgo de sus vecinos. Siria, Chipre, Irán, Irak, Grecia, Armenia y Georgia. Y con la cercanía del beligerante y poderoso Israel. La calidad de su democracia es bien discutible. No se reconocen avances en el pluralismo y la multiculturalidad. Compartir patria no está en su agenda de vida, su organización territorial tiene serios problemas.
 
 
Aquí se ratifica la teoría según la cual una guerra termina siempre en una mesa de negociación. Porque a solo bala no se gana una confrontación de carácter irregular. La inserción turca en el primer mundo dependerá del manejo y solución que dé al asunto kurdo. Quién lo creyera.