La Venezuela de Maduro piensa que está a punto de ser invadida. Varias veces se ha sentido en tales circunstancias, pero ahora se presentan interesantes circunstancias.
Para no ir muy atrás, pensó que en febrero del 2019 sería intervenida so pretexto de la asistencia humanitaria. Obviamente, no se dio ni una cosa ni la otra porque todo fue solo aspaviento y una costosa jugarreta que tuvo a la fanfarronería multinacional como constante.
Ahora el problema surge, no de este, sino del otro lado de la frontera.
Con Guyana, otrora controlada por los británicos, Venezuela ha mantenido una controversia limítrofe de grueso calibre.
Caracas siempre insistió en una negociación bilateral para asegurarse el gigantesco territorio al oeste del río Esequibo. Pero, finalmente, la Corte Internacional de Justicia se declaró competente para ocuparse del asunto.
Y si la tendencia en todo este proceso se mantiene, la derrota jurídica de Maduro está más que asegurada en cualquiera de los escenarios de La Haya.
Con todo, lo verdaderamente interesante en este caso es que el Esequibo es una región repleta de recursos escasos y valiosos. Gas, petróleo, todo tipo de minerales y una plataforma geoestratégica de gran valor como cerrojo del Caribe.
Puesto que el régimen guyanés está perfectamente alineado con Washington y Londres, es apenas normal que ya esté tramitando la explotación de semejante riqueza.
Pero, como es apenas natural, a Maduro le parece que no se trata tan solo de una cuestión económica y comercial.
En diferentes foros internacionales, empezando por el Grupo de Puebla, el gobierno chavista ha exclamado que se instalará una base militar norteamericana en el territorio.
Y que desde esa lanzadera, Venezuela será intervenida y ocupada. ¿ Acaso se trata de una muestra adicional de ‘paranoia estratégica’ ?
Está claro que Guyana se sentirá más segura si cuenta con la presencia militar de los EE.UU. en el área. Y que los inversionistas internacionales podrían sentirse mucho más protegidos aún. Pero de ahí, a que se lance una operación militar especial y combinada contra el régimen de Miraflores, hay un largo trecho.
Garantizado el control de esa enorme masa de riquezas, ¿por qué las tropas occidentales se involucrarían en un berenjenal de semejante estilo?
¿A dónde irían, qué tanto penetrarían, qué costos in situ tendrían que asumir y para qué absorber un desgaste diplomático de tanto calibre?
Si ya hay que admitir que las pretensiones históricas del régimen bolivariano están, básicamente, diluidas, y que, tanto legal como militarmente las aspiraciones de Maduro se diluyen con cada día que pasa, ¿qué sentido tendría una invasión?
En cualquier caso, parece que a pesar de su histrionismo el régimen chavista no recobrará la iniciativa estratégica.
Las arengas, los discursos, las declaraciones tienen un límite.
Y todo indica que no van a servirle para nada.
vicentetorrijos.com