Las ligerezas de las declaraciones del ministro de Defensa han ido escalando hasta llegar a la torpeza. Tanto así que la última, tanto por el lugar donde la hizo - ministerio de Defensa de Israel- como por su contenido: “Irán y Hezbolá son enemigos de Colombia”, ya raya en una ignorancia supina en lo diplomático y en lo estratégico, dos ámbitos interdependientes. Pero la postura del presidente Duque, si bien mostró condescendencia hacia un colaborador, no fue ni mucho menos la mejor para nuestro prestigio internacional, que ante todo debe ser el correspondiente a un Estado-Nación digno y respetable: “Colombia no emplea la palabra ‘enemigo´ para referirse a ningún país”. Un jefe de Estado competente, después de reconvenir o pedirle la renuncia en privado al ministro, lo habría desautorizado públicamente con altura. Por ejemplo, diciendo algo así como “lamento la equivocación del ministro frente a los estados de Israel e Irán, Colombia no emplea…”.
Sin embargo, lo antes dicho es como “pedirle peras al olmo”, puesto que la visión de estado y la competencia gubernativa que de allí se deriva no es un atributo que adorne al actual gobierno. Por el contrario, su incompetencia se trasluce principalmente en la ideologización e improvisación que con frecuencia se detectan en el trasfondo de sus decisiones y políticas hacia el interior y exterior del país. Por ejemplo, en el caso en comento no es arriesgado afirmar que la mirada hacia Venezuela del ministro Molano, nublada por su ideologización, produjo dicha declaración contra Irán, para congraciarse con Duque, Israel y EE.UU. Y esto ocurrió en momentos en que la imagen de la potencia del norte que salió muy mal librada después de veinte años de operaciones contra el terrorismo en Afganistán, se apresta a negociar tanto con el gobierno venezolano como con el iraní los temas de política exterior que afectan sus intereses. ¿Además de anunciar una visita al embajador de Irán, que más hará la canciller?
En fin, lo cierto es que debemos buscar soluciones a los problemas. Y lo primero que salta a la vista es no volver a elegir en la Presidencia de la República a personas sin visión y criterio de estado-nación. Pero como esto no se puede garantizar, hay que idear normas que aminoren los riesgos de tener ministros sin criterio y/o experiencia en las carteras esenciales del estado. Es decir, debemos buscar ayudarle a los próximos presidentes a que tres ministerios que constituyen el trípode esencial del estado-nación sean ejercidos por personas idóneas tanto por su competencia y probidad, como por su criterio.
Específicamente son tres las carteras ministeriales que deben estar dirigidas por personas con visión de estado y no solo de gobierno: el de Relaciones Exteriores, el de Defensa Nacional y el de Justicia. Y la forma de ayudar a que se designen funcionarios(as) idóneos, es, por ahora, estableciendo que antes de posesionarse sean entrevistados en profundidad por la Comisión Segunda del Senado, cuya aprobación será obligatoria para que puedan posesionarse.