“El hombre no parece entender la gravedad de la situación”
Las selvas del mundo están muriendo. Los incendios, la tala y la pérdida de su fauna las está matando.
Es tal la constante degradación causada por el comportamiento humano en los bosques y selvas tropicales que en ellos las especies animales han disminuido aproximadamente el 53%. Lo que es peor: esa tendencia se está incrementando a gran velocidad, de acuerdo con las cifras reportadas por el WWF.
De continuar esta grave situación, en poco tiempo los bosques y, más rápido aún, las selvas, morirán, poniendo en peligro la existencia misma del planeta. Porque, como todos deberíamos saber, es en estos pulmones verdes donde se produce la mayoría de oxígeno que necesitamos para sobrevivir y donde se efectúa la regeneración del carbono que nos afecta.
Sin las aves, los insectos, los mamíferos, los anfibios y las demás especies que pueblan los bosques, no habrá quien polinice, esparza las semillas, ni quien efectué tantas otras funciones indispensables para lograr su renovación constante. En fin, las selvas y bosques no sobrevivirán sin animales.
La relación entre el reino vegetal y el animal es imprescindible para la sobrevivencia de unos y otros. Es una simbiosis perfecta e inalterable. Mas ese equilibro de la naturaleza ha sido alterado por la raza humana.
Sin embargo, el hombre no parece entender la gravedad de la situación. En las semanas anteriores se han comprobado extensos y alarmantes incendios en el Amazonas brasilero. Los satélites de la NASA han registrado inmensas llamaradas cubriendo grandes extensiones de terreno amazónico. Algunas ciudades del Brasil están cubiertas de humo. Hay alarma global.
Las organizaciones mundiales que monitorean las áreas verdes del planeta consideran que los incendios en la Amazonía brasilera han aumentado un 85% en lo corrido de 2019, en comparación con el año pasado. Esto, sin calcular aún el daño causado por los actuales incendios.
Según un reporte presentado por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), entre el 1 de enero y el 18 de agosto pasado, han ocurrido 71.497 incendios en los bosques brasileros, el 52.5% de estos ubicados en la región amazónica.
Extensas regiones del Amazonas se mantienen aún en fuego. Peor: se considera que estos incendios han sido iniciados por el hombre, sin que el Gobierno lo evite o lo castigue.
Aparentemente los ganaderos y agricultores del Brasil están quemando la selva para limpiar terreno y desarrollar en esas tierras proyectos de ganadería y agricultura a pequeña y gran escala. El kilo de carne se vende bien en los mercados mundiales, igual sucede con los productos agrícolas de alta demanda, como el aceite de palma.
Pero esta catástrofe ecológica no está sucediendo solo en Brasil. Las pérdidas de los bosques, ya sea por la tala de árboles, para aprovechar sus maderas, los incendios y la consecuente y rápida disminución de la fauna, se están dando en todos los países.
En Colombia, la deforestación para la siembra de hoja de coca es un hecho, aún en los Parques Naturales que, supuestamente, deben estar protegidos por el Gobierno.
De no detenerse esta catástrofe, en poco tiempo las selvas y los bosques habrán muerto y ¡óigase bien! Entonces, la raza humana tendrá sus días contados.