Nos encontramos a dos meses de las elecciones parlamentarias, posiblemente acompañadas de consultas para definir alianzas entre diferentes candidatos a la Presidencia, que entrarán a competir en la primera vuelta y lo más seguro una segunda vuelta por la Jefatura del Estado. Todo un semestre electoral.
El país se encuentra dividido en varios estancos para el escenario electoral que se aproxima; divisiones de muy diferente estirpe. La que más llama la atención es la que se marca entre el Presidente Santos y el ex Presidente Uribe; la podríamos llamar como una división de personalismos de vieja data; para el segundo, el primero es un traidor y procurará a toda costa que no tenga influencia en el próximo Gobierno. Esto lo ha llevado a la necesidad de buscar alianzas para lograr este propósito. Por su parte el que podría observarse como candidato del santismo, el Dr. De la Calle, si quiere permanecer en el ruedo deberá también buscar una “juntanza”, la que pareciera inclinarse hacia el fajardismo. El Dr. Fajardo, bendecido con el dictamen de las recientes encuestas, se siente fuerte y muy capaz de llegar por sí solo a la segunda vuelta electoral; sin embargo la falta de estructura nacional y de maquinarias indica otra cosa. Ya tiene una alianza con izquierdas y ahora le coquetean las derechas.
Una segunda división, de corte más ideológico, es la que surge del proceso de paz; los partidarios y los detractores, los del “sí” y los del “no”; los que consideran la JEP como esencial para alcanzar la paz y los que la consideran un factor de impunidad. También aparecen concentradas las fuerzas del Gobierno y las de la oposición, pero en ambos casos más nutridas; en las primeras, izquierdas y derechas reunidas apoyando al Gobierno; en las segundas, solamente la derecha de centro y la extrema derecha, por no llamarla derecha recalcitrante, con la cual nadie quiere aparearse; es más bien un pasivo que quita votos a quién la reciba.
El Dr. Vargas Lleras no entró en alianza alguna por el momento, medirá sólo sus fuerzas en la primera vuelta, con una gran estructura electoral, pero sin el apoyo del Gobierno, ni el de los detractores del mismo.
Aunque sería lo lógico, la confrontación electoral no va ser entre derechas e izquierdas como creen algunos; sino entre la misma derecha, dejando una gran oportunidad a la izquierda, que si sabe aprovechar la división podrá meterse por el medio y obtener importantes dividendos.
La definición de la elección parlamentaria nada tendrá que ver con la presidencial, tienen comportamientos diferentes; así como tampoco tendrán que ver lo que indiquen las encuestas. Si no acertaron con sus pronósticos en un país de mercadeo como son los Estados Unidos, sin duda acá ocurrirá lo mismo. Los colombianos, según las encuestas, se acercan más al candidato de centro izquierda ilusionados con la idea de que es la única forma que los conducirá al paraíso; lo mismo que pensaron los que instalaron los regímenes comunistas en la Europa central del siglo XX. Ojalá no tengamos que lamentarnos durante un siglo, como tuvieron que hacerlo en aquellos países europeos y con nuestros vecinos de esquina.