Los seres humanos hablamos mucho sobre el amor. Sin embargo, nuestra comprensión sobre él sigue siendo muy escasa. Estamos llamados a trascender los límites.
Empiezo con lo que no es amor, con conceptos que han sido validados culturalmente y que nos mantienen presos, sin poder ir más allá. El amor no es una emoción, aunque la podamos sentir en el cuerpo que somos. De entrada aquí hay dos planteamientos que se salen del molde y que pueden, muy probablemente, entrar en reversa. El primero es que el amor trasciende, y de lejos, a las mariposas que sentimos en el estómago cuando alguien nos gusta. Sí, eso es lindo, nos ocurre y ojalá nos ocurriese todo el tiempo. Pero, confinar a una relación lo que es el amor es negar su verdadera dimensión. El segundo es que no tenemos cuerpo, sino que somos cuerpo; esta idea deja de ver al cuerpo como un objeto del cual nos servimos, para pasar a vivirlo como lo que somos en esta experiencia tridimensional. Por supuesto, no nos reducimos solo a cuerpo: como en el amor, también hay mucho más.
El amor tampoco se circunscribe a un sentimiento, una experiencia mental que podemos vivir desde el cuerpo que somos. Claro, es muy importante poder dar cuenta de nuestros sentimientos, dialogar con ellos y reconocernos en aquello que estamos experimentando en cada momento. Entre más consciencia tengamos de lo que nos ocurre, mejor. El amor también va mucho más allá de eso. Sí, el amor se refleja en emociones y sentimientos, mas no se limita a ellos, como tampoco a nuestras acciones, por más bienintencionadas que sean. En nuestras acciones, emociones y sentimientos bondadosos, bellos y verdaderos se manifiesta el amor, que es algo mucho más grande: el amor es una fuerza, el poder esencial que da origen a todo lo que existe, que constituye la totalidad de los multiversos. Es por ello que más trascendente que sentir amor, reflexionar sobre él o manifestarlo es ser amor, encarnarlo, con consciencia plena.
Esa encarnación del amor se hace más evidente a medida que ampliamos nuestra consciencia. Cuando estamos en estados de supervivencia, atorados en el instinto; cuando nos gobierna el deseo y queremos todo ya y a nuestra manera; cuando no reconocemos los límites; cuando estamos amarrados a las nociones de culpa y pecado; cuando sobrevaloramos los productos de la razón y nos quedamos en la cabeza; o cuando juzgamos todo lo anterior y nos creemos superiores, estamos lejos de ser amor, aunque lo sintamos y pensemos. Hay mucho más. Tenemos derecho a serlo…