Dejar de ver a los bancos como un mal necesario es el mensaje que se traduce de la elección del Premio Nobel de Economía de este año 2022. Vale a anotar que el galardón se otorga no por el ejercicio profesional de los galardonados, sino por la trascendencia de sus investigaciones.
Según el jurado, los estadounidenses Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig -el primero presidente de la Reserva Federal de 2006 a 2014 y los segundos académicos de la Universidad de Chicago y de Washington University de St. Louis- fueron escogidos por su contribución a mejorar el entendimiento sobre el papel de los bancos en la economía, los nocivos efectos de las crisis financieras y la prudente regulación de su mercado.
Estas investigaciones dan respuesta a la función social de los bancos, en contraposición con cierta apreciación popular que se aligera en creer que los bancos son los malos del paseo. Obviamente, llegar a acuerdos es complejo cuando se ven sobrecostos o dificultades de pago, pero siempre habrá cuestiones por mejorar.
Estas investigaciones miden, desde lo teórico y con comprobación estadística, el valor de la actividad bancaria como canal primordial para canalizar el ahorro hacia los proyectos de inversión de un país, el acceso a préstamos de largo plazo, la capacidad para evaluar la verdadera solvencia y el acceso oportuno y tecnológico a los recursos depositados.
Insisten, por demás, en la atención de la política pública hacia los bancos por su alta vulnerabilidad que por situaciones de la economía puedan tener al generarse expectativas que creen pánico de pérdida de ahorros y una consecuente corrida en volumen para sacar los recursos en depósito, lo cual desfinancia las entidades. Demuestran, por ejemplo, que históricamente los factores que más inciden en una recesión han sido las consecuencias producidas por bancos en la quiebra, como sucedió en la depresión de los años 30.
Por esto proponen mantener la seguridad en los depósitos con garantías y custodia del Estado para evitar que las personas pierdan sus ahorros. En Colombia existe así la figura a través del Fondo de Garantías Financieras, Fogafin, hasta un cierto monto de ahorro.
Cada vez en Colombia más gente accede a los servicios bancarios. La llamada inclusión financiera es cada vez más amplia, entendida como “el proceso de integración de los servicios financieros a las actividades económicas cotidianas de la población, lo cual puede contribuir al crecimiento económico en la medida en que permita reducir los costos de financiación y transacción, y ofrezca un manejo seguro y eficiente de los recursos, tanto para los hogares como para las empresas”.
Para ello la educación se vuelve clave, hay al menos un uso importante de cuentas de ahorro activas y se ha perdido el temor al uso de medios digitales.
Es por la misma función social que presta la actividad bancaria que exige valorarlo como un sector clave para la economía que pueden llegar a suplir las necesidades y deseos de inversión y ahorro. Los compromisos adquiridos de parte y parte exigen una responsabilidad compartida.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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