Arriesgando ser extemporáneo, manifiesto que la renuncia del ministro de la Defensa, doctor Guillermo Botero, no sorprendió a nadie, pues luego del duro debate que debió soportar en el Senado, la salida más decorosa que tenía era dimitir al cargo, acierto que facilitó el manejo de la situación al señor Presidente, a la vez que brindó al doctor Botero un renacer en su imagen de empresario exitoso, porque aparte de sus desatinos -de público conocimiento-, debemos reconocer que se trata de un señor correcto, bien intencionado, transparente y pulcro.
En columna anterior ya nos habíamos pronunciado sobre la urgencia de tener en el Ministerio de la Defensa a un oficial en actividad o retiro, sustentando nuestro punto de vista en el difícil escenario que atraviesa el país, contexto que no vamos a debatir por ser de conocimiento y preocupación general.
En la mencionada nota sosteníamos que para conducir la cartera de la Defensa se hacía necesario una persona con ciertas capacidades y conocimientos sobre aspectos tan sensibles como el manejo del orden público, la estrategia militar y la táctica operativa, entre otras disciplinas propias de la formación castrense; que a lo largo de su carrera profesional haya lidiado con alzados en armas, redomados grupos de narcotraficantes y todo tipo de delincuencia tanto interna como externa, un funcionario comprometido con el país, leal al gobierno y consciente de su responsabilidad, que sepa coordinar las diferentes fuerzas -especialmente en el manejo del orden público- quién a más de Ministro funja como asesor del gobierno, en temas propios de las condiciones establecidas para enfrentamientos armados que deba ancara la fuerza pública, porque querámoslo o no, debemos entender que el país vive una confrontación armada con diferentes grupos y disimiles frentes que amenazan la seguridad nacional, tanto rural como ciudadana, donde hacen presencia todo tipo de delitos y delincuentes.
Si analizamos las amenazas y problemas que esperan al nuevo Ministro, como el tema de los derechos humanos, los cultivos ilícitos, la falta de fuerza pública, el proyectado paro del próximo 21 y mil asuntos más, no podemos menos que recomendar el señor Presidente el pronto nombramiento del nuevo Mindefensa. Reconozcamos que los encargos no son buenos y menos en una cartera tan sensible como la de Defensa, una persona encargada, por eficiente que sea, no deja de ser un híbrido sin poder de decisión y muy poco mando. Así no puede liderar un equipo que lo percibe transitorio. En esos cargos se presentan situaciones de difícil solución que requieren el respaldo del nombramiento generador de imagen, el encargado no puede imprimir su sello personal al manejo administrativo, mucho menos al operativo que demanda grandes responsabilidades frente al país. Señor presidente, por favor nombre en propiedad. Es urgente.