Sonido de Libertad, en inglés Sound Of Freedom, es una película inspirada en hechos reales. Aunque, más que una película es, un hito dentro de una sociedad que permite de una forma u otra que esto suceda. De hecho, la película tuvo demasiados problemas para poder salir a la luz, pues hay personas de muy alto nivel involucradas en esto. Y, como si fuera poco, Colombia es el escenario principal de esta película. Lo que nos lleva no solo a pensar, sino que, a concluir, que en Colombia la trata de blancas, es decir, el tráfico humano, y en específico, la trata de niños es una gran y muy triste realidad que lleva décadas siendo ejercida en nuestro país.
No solo es el narcotráfico, tampoco la prostitución, lo que lamentablemente hace que le dé un lugar a Colombia en el mundo, en un sentido tan negativo, que se reciben al año una cantidad alarmante y en crecimiento de turismo sexual y de turismo de drogas. Y, claro está, que las guerrillas y las mafias que tanto daño le han hecho y le hacen al país, sigue funcionando como si ningún daño hiciera.
La historia del agente americano Tim Ballard, es la verdad que una historia impactante, pero no es la única. Hay una gran trata de blancas en Colombia, y por supuesto, también en los vecinos países, como Ecuador y Venezuela. Sin embargo, Colombia encabeza la lista, y en vez de que este problema decrezca, sigue en aumento. Hay una debilidad en las instituciones innegable, pero también hay una cultura que promueve esta y otras más situaciones. Por ejemplo, el tema también de los abortos, que ahora son tan permisivos por ley en Colombia y de una forma absurda bajo unas condiciones totalmente indeseable e inmorales. Se desprende tanto de la trata de blanca, un negocio aún peor, el de la venta de órganos y demás material humano, dentro de la lógica oscura de un mercado negro mundial.
Eduardo Verástegui, así como activista político, y como productor de esta película, representa un nuevo poder de difusión, que se soporta en las personas que han decidido denunciar estos hechos atroces. Operation Underground Railroad, que se refiere a la organización del exagente Ballard, es una luz al final del túnel, desde ya hace ya varios años. Sin embargo, se queda corta, teniendo en cuenta, lo inmensa, lo profunda, que puede ser la trata de blanca, es decir, la esclavitud moderna, no solo sexual, sino en sus diferentes matices.
A día de hoy ni siquiera hay cifras actualizadas, claras o verdaderas sobre el alto índice de personas que desaparecen día a día, entre ellos menores de edad. Desaparecen para nunca más volver a reaparecer en sus hogares. Muchos de ellos tienen destinos no tan desconocidos, como por ejemplo Europa y Asia. Se les trata como mercancías, se les subasta, arrienda y vende cómo si de cualquier mercancía se tratase.
Lamentablemente no tenemos en Colombia las suficientes organizaciones, entidades o instituciones que ayuden a prevenir todo esto. Tampoco hay un buen trabajo por parte de las autoridades. Y, a día de hoy, las cifras están disparadas por la falta de control y prevención en este tema.
Por lo menos, Donald J. Trump puso a disposición su club de golf de Bedminster, en Nueva Jersey, para que fuera reproducida la película en pantalla gigante, invitando a la prensa y a diferentes personalidades de los Estados Unidos. Mientras tanto, en Colombia, que es protagonista de este revolucionario film, no hay quien le haya dado la importancia que se merece.
No faltaron eso sí, los detractores. Pero, no es posible que haya objeción contra una realidad cómo está. Solo los que la quieran ocultar es porque hacen parte de ella, desde una posición perversa y acomodada, cómo beneficiarios y perpetradores. Bogotá, Medellín, Cartagena, Cali, etc.; allí se encuentran sinfín de historias relacionadas a este estrepitoso tema. Lástima que pareciera que, si no se hacen las cosas desde fuera del país, nadie nunca hablaría de nuestra dolorosa situación.
@rosenthaaldavid