“La ética no admite matices”
“Tiene talante de servidora pública”, dice Duque, como ardido por las declaraciones del Ministro de Agricultura en Blu Radio sobre la idoneidad del nombramiento de Claudia Sofía Ortiz Rodríguez para presidir la Agencia de Desarrollo Rural, luego de que su designación como directora de la Unidad Nacional de Protección se fue al traste gracias a sus lenguaraces tuits que revelaron una ideología de extrema derecha no apta para proteger a la izquierda.
Me gusta la insubordinación ética del subordinado Andrés Valencia, titular del campo. Porque la ética no admite matices. Y la función pública, tampoco. Ni más faltaba. Esta señora no tiene con qué y su documento notariado llama a risa. Curioso que las entidades en las que dizque trabajó, todas hayan desaparecido. O eran de garaje o no existieron.
He trabajado en campañas políticas para Presidencia, para Congreso, para Alcaldía, para Concejo. También he sido candidata (a edil de Chapinero). Así que sé a ciencia cierta que el poder paga favores electoreros con la nómina estatal y que pocos dan apoyo sin esperar pan en el convite y más pocos aún llegan a puestos clave por mérito.
Por más que a Ortiz haya que pagarle el aporte que su hermano publicista dizque le hizo a Duque para allanar su camino hacia la Casa de Nariño, considero que la dignidad presidencial no está para el manoseo ético ni para defender lo indefensable.
La susodicha parece no tener el mérito académico, lo cual se puede suplir con la experiencia. Pero la lectura que hago de su vuelta en notaría es que su mérito ético es escaso. Lo que sea por lograr el puestico estatal. Todo vale.
Retumba como eco la palabra talante en boca del Presidente. Disiento de Duque: Ortiz no tiene talante de servidora pública, como el Presidente afirma. Talante, hermosa palabra que aprendí oyendo a Álvaro Gómez Hurtado, no es carácter ni manera de ser sino algo más profundo. Es el plato de la balanza, el τάλαντον de los griegos, equilibrio puro entre el deber ser y el anhelo de ser. O la pluma de la verdad que aparece en El Libro de los Muertos del antiguo Egipto.
Ocho años fui contratista de Incidencia Política y Movilización Social en el Ministerio de Salud y Protección Social y por ello le puedo asegurar que el verdadero servidor público es un ser abnegado, lleno de mérito académico y ético, que cuida la cosa pública como el mayor tesoro de la sociedad. Admiré profundamente a mis compañeros funcionarios.
Le aseguro Presidente que si la señora Ortiz tuviera talante de servidora pública no emprendería atajos juramentados para lograr su apetencia laboral. No se desgaste en defenderla, que hartos problemas hay en este país que usted gobierna.
Sea esta la oportunidad para pedirle que le metan pedagogía a la lucha por la transparencia y contra la corrupción. El que miente, roba. En esas pequeñas cosas se ve el talante de la gente. Y como diría mi maestro San Josemaría Escrivá de Balaguer, “no hay que exacerbar los sentidos”. Una vez que se pasa el límite de la ética, no hay vuelta atrás.
Querida vicepresidenta Marta Lucía: en su lucha contra la corrupción se necesita menos policía y más Pepe Grillo. Es decir, menos garrote