Son claras las tendencias de la sociedad internacional actual en cuanto a la pluralidad innovadora, la firmeza decisiva y la integridad inquebrantable.
Aunque hay múltiples casos que ilustran con claridad estas corrientes, basta concentrarse en tres, muy recientes y en curso, para destacar que Colombia también podría vincularse a la reconstrucción colectiva del sistema a partir del 2018, en vez de permanecer en el limbo al que la tiene sometida el pragmatismo Santos - Farc.
Primero que todo, resuena el triunfo de Macri en las elecciones congresionales argentinas.
Con la firme convicción de que confinar al populismo peronista devolverá la prosperidad a su país, la centroderecha ha logrado contener el pensamiento único, la colectivización y la connivencia con el chavismo continental.
Reduciendo los impuestos e innovando en los procesos económicos, Macri ha superado con creces el precario 3 por ciento de ventaja con el que arrancó su periodo hace dos años, a tal punto que sus reformas parecen darle la razón cuando sostiene que “la historia cambiará para siempre” y que el peronismo “ya no volverá más al poder”.
Segundo, resulta muy esperanzador el triunfo de Shinzo Abe, en Japón.
Si la consolidación de Macri en Suramérica supone la erosión definitiva del Socialismo del Siglo XXI, el afianzamiento de Abe garantiza el equilibrio de poder en Asia porque, con toda seguridad, Tokio gozará, por fin, de un ejército en toda regla que limitará el expansionismo marítimo chino y reversará ( por la razón o por la fuerza ) la amenaza nuclear norcoreana.
Por último, destaca la irreductible templanza del gobierno español que, a diferencia de otros, no ha renunciado a la iniciativa estratégica frente al minoritario secesionismo catalán; no ha cedido al chantaje violento; y ha demostrado que no todo es negociable.
Decidido a mantener la integridad, no ya del territorio, que también, sino de la democracia misma, la Moncloa ha demostrado que cuando se respeta la voluntad popular, se protegen los derechos de todos los ciudadanos y la Constitución no se suplanta con la firma de acuerdos o la concesión de privilegios, los sediciosos y rebeldes reciben el castigo que merecen.
En efecto, si la democracia estaba secuestrada en Cataluña y la intervención desde Madrid al gobierno autonómico ha logrado rescatarla, ¿No es lícito pensar que lo mismo podrá suceder en Colombia el año entrante para liberarla de la oclocracia, la violencia por encargo, los negociados con cuanto grupo criminal existe y las trampas de todo pelambre?