Cuando aún retumban las voces de los enemigos del saliente presidente, diciendo que dejó quebrado el país, me puse a observar las festividades que se surtieron en torno de la celebración de la Asunción de la Virgen María -su elevación al Cielo-, época de puentes que invita a viajar, a recorrer el país, a ir al Petronio en Cali, a la fiesta de las Flores y Silleteros en Medellín, entre otras, y coinciden los medios en que todas fueron un éxito. Hoteles y restaurantes llenos, a reventar ¡Y el crecimiento del último trimestre marcó el 12,6%! Pregunto ¿Si eso no es reactivación económica entonces qué es? ¿Un milagro de la Virgen del Carmen, erigida en patrona de los transportadores?
Me tocó regresar a Cali el lunes festivo y jamás había visto tantos carros ni trancones en los cinco peajes desde Pereira, como si estuviéramos entrando a la fría Bogotá. Habría que pensar en mejorar la logística e implementar los pagos electrónicos para ahorrar tiempo a la hora del regreso; pero también propiciar la movilidad, como hace pocos años lo entendió un Mintransporte, el manizaleño Germán Cardona, quien permitió rodar a 120 kilómetros por hora en fin de año y no hubo accidentes adicionales. Todo fluía, pero ahora los agentes de tránsito se dedican a frenar a la gente, con cámaras y radares, que obligan a bajar hasta los 50 kilómetros, para molestar a los conductores y castigar sus bolsillos.
Y no faltan los “azules” que, en vez de dejar fluir las cosas, en vez de concentrase en castigar los vehículos mal parqueados en las calles que estorban el tráfico, y los destartalados y ‘piratas’ que sí contaminan el ambiente, se dedican a “desarrollar inteligencia” contrastando placas de carros nuevos a los que se les pasaron los primeros seis años de exoneración de revisión electromecánica y, al día siguiente, madrugan a pillarlos in fraganti, les montan la perseguidora, como a delincuentes, y al toparlos los amenazan con inmovilización inmediata del vehículo (como tratando de presionar el afloje de algún billete). Me ocurrió y a varios allegados a los que recientemente se nos pasó la fecha de revisar unos autos nuevos y en perfecto estado, y nos mandaron a hacer cursos remediales y a pagar multas, sin siquiera mediar un comparendo pedagógico que nos permitiera ir directo a la serviteca.
Y las chimeneas ambulantes ahí, rodando a sus anchas, contaminando el aire. Para ellos, pareciera, no aplica la Ley 769 de 2002, Código Nacional de Tránsito, artículo 50, que prevé las condiciones para mantener los autos en óptimas condiciones mecánicas, ambientales y de seguridad. O el 51, que obliga a su revisión periódica. Pero los más inocentes aterrizamos inexorablemente en el artículo 122, que titula “tipos de sanciones” y allí nos abrochan de manera inmisericorde mientras los verdaderos granujas al volante ruedan como Pedro por sus calles y carreteras, impunes, seguramente soltando billetes y portando certificados falsos.
Post-it. Otro de los grandes de la radio subió a los cielos el pasado lunes de Asunción, tomando pista en Pereira: Rafael Leal Sotomayor, formidable voz comercial y buen amigo, a través de quien pudimos conocer la voz del pollo Frisby. A sus parientes, nuestro más sentido pésame.