Últimas conversaciones (VIII) | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Julio de 2017

Aspecto de especial importancia en un pontificado son los escritos que emanan del respectivo Papa. De Benedicto XVI quedaron tres Encíclicas y  trece Cartas Apostólicas,  también sobre temas de gran importancia. Las Encíclicas fueron: “Deus Caritas est (25-12-05) Spes salvi”, “Caritas in veritate.  Explicó que ante la abundancia de los escritos por Juan Pablo II pensó que podía  ir a “un ritmo más pausado” (pág. 256).

Al lado de aquellos documentos oficiales se dedicó a entregar al mundo su gran obra sobre Jesucristo, entre tres tomos, porque estaba convencido quesi no conocemos a Jesús, la Iglesia está acabada” (pág. 253). Fue para él “un continuo sacar agua de las profundidades de las fuentes” (pág. 255). También, al realizar  viajes apostólicos, entregó valiosos mensajes a las naciones visitadas y a sus mandatarios. Tuvo dialogo con el judío Simón Peres, el musulmán Obama, la marxista Michelle Bachelet y el omnipotente Putin (pág. 257 a 259). Su presencia en la ONU, en Turquía, en Paris, en Berlín, en Friburgo, en La Habana, fue ocasión de importantes pronunciamientos (pág. 268). 

No rehusó, el Papa Emérito referirse a críticas por considerarlo no capaz de dar vía a cambios, y a la manera de afrontar algunas circunstancias conflictivas que se prestaron en su pontificado. Manifiesta que su preocupación no era que hubiera cambios sino por la perduración de la fe en nuestro tiempo. Cree que lo importante no es modernizar sino que se comunique la fe en forma verdadera y nueva, dando oportunidad a los jóvenes, en forma mejor a través de movimientos suscitados por el Espíritu Santo (pág. 270).

Comenta su criterio de desprendimiento de la Iglesia de bienes materiales y su diligencia para afrontar purificación en el manejo de ellos dentro de la legalidad y transparencia, p. e. en el Banco Vaticano. Allí afrontó las dificultades que se presentaban que salieron a la luz pública en el llamado Vatilceaks, que sorteó con tino y serenidad, en medio de los grandes problemas  (págs. 271, 275 y 279).

En ambiente de recapitulación”, rememoran detalles de importancia como la realización del Año de la fe”,  en su afán de llevar a la humanidad a “redescubrir a Dios” (pág. 281). Al comentarle que se lo considera principalmente como “profesor”, acepta, pero, dice: he intentado ser ante todo un pastor”, para lo cual es inherente tener “apasionado trato con la palabra de Dios” (pág. 285).

 

Precioso final del contenido de estas “Últimas Conversaciones”, el diálogo sobre Dios, y otras verdaderas trascendentales. A la pregunta “¿en donde está Dios?”, responde: “algo así como un lugar en donde tenga su trono no existe”, pero la bondad, el amor, esos son los lugares en donde está Dios” (pág.288). Agrega: “tampoco Dios está en un lugar concreto, sino que El es la realidad” (pág. 289). Para una visión física de Dios está la Jesús, Verbo de Dios encarnado. El lo dijo: “el que me ve a mi ve al Padre” (Jn. 14,9). Presenta la muerte como un “encaminarse interiormente hacia el encuentro con el rostro de Dios” (pág. 291). Al hablar de ese rostro”, es de evocar lo dicho al inicio de estas conversaciones, que, siguiendo a S. Agustín, halla viva la realidad de que “Dios es tan grande que nunca terminaremos de conocerlo, es siempre nuevo”. Así, el cielo, es: “movimiento permanente e interminable de nuevo descubrimiento de la grandeza infinita de Dios, y siempre nuevo gozo” (pág. 41).

Culmina, el Papa Ratzinger, desde 2013 dedicado a la oración y al estudio, diciendo “cada vez he visto con mayor claridad que Dios mismo no solo es un gobernante poderoso y un poder lejano, sino que es amor y que ama, de ahí que la vida deba estar moldeada por El, por esa fuerza que se llama “Amor” (pág. 293)

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com.