Hernando Gómez Buendía ha escrito un libro admirable. De esos que poco aparecen por estos días. Un macizo volumen de 780 páginas titulado “Entre la independencia y la pandemia. Colombia, 1810 a 2020” (Fundación Razón Pública), que como su nombre lo sugiere dibuja un fresco monumental sobre la historia toda de Colombia desde que somos República independiente.
El libro es una buena muestra de lo que hoy en día se conoce a partir del filósofo francés Edgar Morín (a quien se le están celebrando los cien años en Francia), como la aplicación de todos los saberes a un gran propósito investigativo. En este caso Colombia. Todo es interdisciplinario en el amplio campo de las ciencias sociales. No hay compartimentos estancos.
Este libro, y en buena medida los saberes que maneja el autor, es un buen retrato de él mismo: alguien que ha hecho de la universalidad de las disciplinas intelectuales una manera inconfundible de entender la vida de escritor que es la suya. Baste recordar que Hernando Gómez es sociólogo, economista, filósofo y abogado a la vez. Y en varias de estas especialidades ostenta grados sobresalientes como magister y PHD de prestigiosos centros universitarios nacionales y extranjeros. Pocos colombianos han conjugado con tanto éxito la formación académica y la reflexión práctica como Gómez Buendía. Podemos decir que nada de lo que acontece en mundo de las ciencias sociales le es extraño. Y ese impresionante equipaje intelectual lo aplica ahora con agobiante seriedad -como ha sucedido siempre en sus estudios anteriores- a algo que se ha convertido en la razón de ser de toda su vida: interpretar desde su opulenta capacidad intelectual un solo y gran propósito: Colombia.
El autor, tal vez anticipándose al agobio que puede invadir al lector el enfrentarse a 780 páginas, tiene la gentileza intelectual de resumir el almendrón de su libro en una frase. “Pasamos de la violencia entre las élites políticas del siglo XIX a la violencia de las anti-élites (guerrilleras o narcotraficantes) en el siglo XX; pero estas anti-élites ya no tendrían la fuerza militar ni el apoyo ciudadano suficientes para que la violencia siga siendo el eje de la política en el siglo XXI. En esto esencialmente ha consistido la historia visible o aparente de Colombia, porque su historia real es la de un Estado-nación que se ha ido construyendo de manera gradual. Y esta última, en efecto, es la parte más importante de la historia”.
Como puede inferirse de la síntesis del libro que el mismo autor nos ofrece, la historia del país (en la cual se sumerge con gran propiedad) es el hilo conductor que nos permite interpretar la Colombia del siglo XIX y XX. Es una historia violenta; pero violencia internalizada entre los grupos dominantes. Por el relato de Gómez Buendía desfilan todas las dolorosas tribulaciones de nuestra historia: desde el grito de liberación del 20 de julio, la patria boba, las luchas de independencia, las guerras y guerritas civiles del XIX, la de los mil días, hasta la conocida como “la violencia” de la mitad del siglo pasado. Para el autor, los acuerdos que se alcanzaron con las Farc son una especie de parteaguas que desinternaliza la violencia entre las élites para abrir una ventana hacia horizontes de paz entre éstas y un grupo alzado en armas que llegó a tener tanta importancia como las Farc.
Los acuerdos de paz alcanzados durante el gobierno de Santos abren, según Gómez Buendía, las puertas para lo que resta del siglo XXI. ¿Se aclimatarán esos acuerdos? ¿Qué pasará con los otros alzados en armas como en Eln? ¿Qué consecuencias sacará la Colombia ensangrentada de los siglos anteriores para los tiempos que quedan hacia adelante? Tal es el objetivo capítulo final que más que de historia trata de prospectiva. La conclusión no es de pesimismo ni de desesperanza. Han sido tantas las violencias que manchan nuestra historia que los tiempos que quedan tienen que ser mejores. Si de lo ya vivido y sufrido sacamos enseñanzas lúcidas.