Recién pasó la que equivocadamente ha venido en llamarse “La Noche de las Velitas”, que marca (“oficialmente”) en Colombia y en otros países fervorosamente católicos el inicio de las conmemoraciones de la Navidad y que hace referencia al momento en que el Arcángel Gabriel anunció a María que fue la elegida para ser la madre de Jesús. Pero la idea cuajó en 1854, cuando el Papa Pio IX propuso como Dogma de Fe -vía Bula Ineffabilis Deus- el fenómeno milagroso de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, por haber sido concebida sin pecado original.
Por tal motivo se recomendó prender velitas y farolitos, precisamente para celebrar lo que en realidad es: la fiesta de la Virgen, que es el motivo o razón de ser y las velitas son simplemente sus formas decorativas de representación, algo parecido a lo que al Hermano Francisco de Asís se le ocurrió al dar a luz, en mi sentir, el mayor invento de la cristiandad: la representación del Pesebre navideño, ocurrida en Greccio, Italia, en una gruta que a Francisco se le pareció a la cueva donde había nacido el Niño Dios, en Belén de Judá. Día luminoso de la Virgen y Pesebre, hermosas alegorías que alegran la vida del ser humano -sobre todo de niños y abuelos- con una doble condición cristiano-mariana, para envidia de otras religiones incompletas.
El Arcángel Gabriel fue el encargado de tan magnífica designación en su papel de mensajero -por medio de trompeta, a falta de micrófono- anunciando la noticia de la Encarnación y como tal se convirtió en el Santo Patrono de los comunicadores sociales, periodistas y locutores. Fue tal su relevancia que los musulmanes, se lo apropiaron para decir que, a través suyo -como medio transmisor- Dios reveló el Corán al profeta Mahoma, pero eso es harina de otro “pente-costal”.
Post- it. El final de este año fatídico ha estado generoso en buenas nuevas, que ojalá resulten ciertas, para lo cual invocamos al Arcángel Gabriel- altísima fuente- para que nos las confirme de una buena vez: en mayo habría perdido la vida en Venezuela Seuxis Pausias, alias “Jesús Santrich”; el domingo pasado corrió similar destino Hernán Darío Velásquez, “El Paisa”, líder de Teófilo Forero de las Farc, recordado por los ataques al Club El Nogal de Bogotá, el secuestro masivo del Edificio Miraflores, en Neiva, el asesinato del congresista Diego Turbay Cote y su familia, el secuestro y asesinato de los 11 diputados del Valle y la masacre de los 9 concejales de Rivera, Huila, hecho ocurrido en una sala de eventos del Hotel Los Gabrieles -curioso nombre, invocando a nuestro patrono- que alcancé a conocer hace poco, estancia que logró sobrevivir al hecho brutal, pero cuyo propietario, Gabriel Jiménez, no pudo sobrevivir al maldito covid-19.
Y el martes pasado trascendió que Henry Castellanos, alias “Romaña”, quien patentó las pescas milagrosas y las inauguró en la vía al llano en marzo del 98 con mi compañero de U. José Iván, hijo del General José Joaquín Matallana y 23 personas más, a quienes enredó la vida. Confírmanos, por favor, Arcángel Gabriel, la muerte de estos tres esperpentos del demonio.