Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Abril de 2015

PLANETARIO

¿Mediación del Vaticano? (II)

En  tal sentido es apenas comprensible que la Secretaría de Estado haya decidido contribuir al proceso de negociación entre el Gobierno Nacional y las Farc.

Puesto que los obispos colombianos exhiben diversas tendencias y algunos son calificados como políticamente parcializados, Parolin habría comprendido que es muy difícil que la Iglesia local tenga un perfil verdaderamente catalizador en el conflicto interno.

Y eso es lo que explica el anuncio de la visita de Su Santidad en los próximos meses, entendiendo que la figura papal no debe ser instrumentalizada políticamente ni por el Gobierno, ni por la insurgencia, ni puede reducirse a la simple presencia escenográfica del Papa durante la firma del eventual Acuerdo Final entre el Presidente y Timochenko.

Que es, en la práctica, lo que puede apreciarse en la carta del Cardenal a la Conferencia Episcopal, el pasado 31 de marzo. 

Lejos de ser un “espaldarazo” al proceso, como ha querido exhibirse, el documento es un verdadero mapa de responsabilidades y equilibrio para que las partes entiendan cómo se construye una verdadera paz perdurable y no solo un texto políticamente rentable.

Al canalizar sus esfuerzos diplomáticos concibiendo a las víctimas como eje del proceso (y no a los victimarios, como sucedió, por ejemplo, con el M-19), Parolin expresa sin ambages que la paz “no se agota en planes de corta duración” sino en “restaurar su dignidad y reparar el daño que han sufrido”.

Asimismo, deja claro que las “dificultades” del proceso no pueden utilizarse como pretexto para evadir sino, por el contrario, como estímulos para lograr “la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición” (aunque la negociación haya evitado estos temas de fondo a lo largo de dos años).

En pocas palabras, cuando el Secretario de Estado concluye diciendo que “toda la Iglesia” debe “convertirse en un ‘hospital de campo’” para “no reproducir nuevamente la cadena de violencia”, parece estar sugiriendo que ella podría adoptar el papel de genuino mediador, una fórmula que hasta ahora nunca se ha ensayado en Colombia y que tendría en el Santo Padre la mejor expresión y la mayor fortaleza.