VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Julio de 2013

Ilich

 

La Alianza Bolivariana, la Familia Castro y el Neochavismo entero están tan afligidos y consternados como plañideras en un funeral.

 

Hace pocos días, la justicia francesa sentenció a cadena perpetua ¡y por segunda vez! a su simpatizante y reverenciado amigo Ilich Ramírez Sánchez, 'Carlos', 'El Chacal'.

A diferencia de un proceso de negociación como el de La Habana, en que el Estado colombiano se desvive por garantizarles a los terroristas plena impunidad a cambio de la ilusión de que dejen de matar, al Tribunal de Apelaciones de París no le tembló el pulso y remarcó sin ambages "la gravedad excepcional de los crímenes" del visionario camarada.

De hecho, un fiscal firme y templado como Jean-François Ricard, fue el encargado de expresar sin titubeos que el compañero Carlos se había dedicado a "aterrorizar a Francia", que es un sujeto de "extrema peligrosidad" y que, digan lo que digan los padres fundadores de la corbifloja justicia 'deliberativa y dialógica', lo único que él puede esperar es ver el final de sus días en la cárcel, sin transacción alguna.

Al destacar la "inhumanidad total" del Chacal, el fiscal recordó de manera impecable y sin tratar de maquillar u ocultar la realidad, aquellos cuatro crímenes perpetrados (tan solo en Francia) por el ilustre comandante que lleva ya 19 años encerrado.

Primero, el del 29 de marzo del 82, cuando puso una bomba en el tren París-Tolouse. Luego, el del 22 de abril del mismo año, en una de esas bellas callejuelas cercanas a la avenida de los Campos Elíseos. Y los otros dos, para despedir el año 83, en la estación de Marsella.

En total, 11 muertos y 200 heridos en un compulsivo derroche de retaliación por la captura de su esposa, Magdalena Kopp, lo que desató una persecución minuciosa hasta que lograron aprehenderle en Sudán, en agosto del 94.

En pocas palabras, una verdadera justicia basada en el rigor y el realismo en un Estado que no transige ante el crimen, que no se postra, que no tiene tolerancia alguna frente al terrorismo y al que poco le importa si Maduro se enfada, si a Castro se le agrava la gastritis o si Márquez se levanta de la mesa.