Vicente Torrijos R. | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Junio de 2015

Decálogo “Victim” (I)

 

¿CUÁLES  son las pautas que deben guiar al Estado en sus tratativas sobre justicia y verdad con las Farc-Eln?

He aquí un decálogo (por la Verdad Íntegra y Contra la Impunidad, "Victim" ) que puede ser útil no solo para preservar intacto el interés nacional y el honor de las Fuerzas Militares sino para propinar a los perpetradores de crímenes atroces la sanción que merecen si es que realmente queremos dar ejemplo a las nuevas generaciones y proscribir la violencia como método político en el sistema democrático.

Premisa 1: Las limitaciones de la democracia y del modelo de desarrollo no constituyen justificación alguna para el terrorismo que campea so pretexto de una imaginaria y delirante “lucha por la liberación nacional”.

Premisa 2: Más allá de la lógica de “vencedores y vencidos”, los victimarios deben resarcir a las víctimas y su entorno sin dilaciones, ni excusas, ni subrogados penales, ni conexiones acomodaticias con el anacronismo llamado “delito político”.

Premisa 3: Ni el derecho a la rebelión tergiversado, ni el pretexto victimista del “modelo contrainsurgente opresor” de las FF.MM. podrán manipularse para justificar el terrorismo y los delitos de lesa humanidad. 

Postulado # 1- Tanto la negociación como el llamado posconflicto se centrarán en la honra y dignidad de las víctimas, no en los privilegios para el victimario.

# 2- Los procesos de negociación con las Farc-Eln no tienen por qué tolerar “soluciones globales y definitivas” asimilables a "cosa juzgada", o leyes de punto final, o de perdón y olvido. 

# 3- La falacia de que “en este conflicto culpables somos todos” es un simple instrumento del negacionismo que resulta inadmisible y que solo sirve para exculpar al perpetrador y amparar nuevos métodos visibles o encubiertos de uso o amenaza de uso de la fuerza.

# 4- La revictimización producto del pragmatismo y la pérfida “impunidad necesaria en toda negociación” es el mayor obstáculo para la reconciliación y el peor estímulo para promover en la juventud el uso de la violencia como método político válido y rentable. 

Continuará.